Un hospital para sifilíticos

Nace el Hospital Real del Amor de Dios. Una vez consumada la conquista de México, se llevó a cabo la primera Traza de lo que sería la ciudad colonial de México. Entre los muchos edificios que se construyeron, por instancias y con la aprobación del rey de España Carlos V, de fray Juan de Zumárraga, obispo de la ciudad, fraile franciscano nacido en Vizcaya, España, y primero obispo de México, se edificó, en 1539, el Hospital del Amor de Dios, dedicado a los enfermos del llamado mal de bubas”; es decir, de sífilis, único en su género, en honor de San Cosme y San Damián, hermanos y médicos cristianos, famosos por ayudar a los enfermos, y cuyo fin  fue su decapitación ordenada por Diocleciano, en 300 d.C. En ese entonces en la Ciudad de México existían otros hospitales: el llamado Real de Indios, el de la Señora de Nuestra Concepción, y el de Santa Fe localizado fuera de la Traza; pero ninguno de ellos atendía a los sifilíticos, debido al pavor que ocasionaba dicha enfermedad. Por eso Zumárraga decidió ayudar a estos enfermos que nadie recibía y todos temían.

La manutención del Hospital. Ni que decir tiene que el Hospital quedó bajo el cargo de Zumárraga. En ese momento el nosocomio se encontraba instalado a un lado de la Catedral de México, de la cual dependía económicamente y al que se destinaba una parte de los diezmos que recibía y el tributo proveniente del pueblo de Ocuituco que tenía en encomienda el obispo. Las casas en que inicio el Hospital habían sido pensadas como cárceles arzobispales. El Obispo de México pidió al rey de España que fuese su patrono, hecho que quedó estipulado por cédula real del 24 de noviembre de 1540. El 13 de mayo de 1541, el Hospital se convirtió en obra diocesana, y dejó de ser obra de Zumárraga. Al morir el Obispo, el Hospital siguió en manos del arzobispado, quien estaba obligado a dar  cuentas de su administración a la Secretaría del Virreinato, función de la que había estado exento Zumárraga por su importante rango. Aparte del diezmo el Hospital Real del Amor de Dios recibía contribuciones para su manutención, mucha ayuda del emperador, del virrey Antonio de Mendoza y de señores importantes de la Ciudad. Por ejemplo el regidor de México llamado Gonzalo Ruiz regaló un solar que se encontraba situado en la calle de San Francisco. En el siglo XVIII, el hospital se encontraba en muy buenas condiciones económicas, con un ingreso anual de veinticuatro mil seiscientos cuarenta y seis mil pesos.

Origen de la sífilis en México. Pudiera parecer extraño que se dedicase un hospital tan solo para curar el mal de bubas, pero debemos tener en cuenta que en esa época la sífilis estaba sumamente extendida entre los naturales y los españoles, causantes de tal hecatombe. Todos los conquistadores tuvieron la sífilis, como lo constata un médico llamado Cárdenas en 1577, que  escribió: Era tan general el mal venéreo, que se miraba como una nota en todo hombre honrado, la falta de los achaques de esa enfermedad.

El Hospital Real del Amor de Dios tenía una sala para mujeres y otra para hombres. Al inicio contaba con cincuenta camas para los enfermos, pero ya para el siglo mencionado tenía ciento cincuenta, que a veces aumentaba a doscientas, según se necesitara, pues llegaron a atenderse hasta cuatro mil enfermos solamente en 1781.

El mal de bubas era conocido en España como morbus gallicus, morbo gálico, o mal francés, que según Gonzalo Fernández de Oviedo Cristóbal Colón había llevado a España cuando regresó de las Indias. Por su parte el cronista Francisco López de Gomara afirmaba que el mal de bubas los habían llevado los conquistadores a la Península desde la isla Española, ya que los hombres dormían con la indias, y cuando volvían a España contagiaban a sus mujeres o a las cortesanas con las que tenían trato carnal. En el siglo XVIII, la sífilis se definía de la siguiente manera, según consta en el Diccionario de la Lengua Española de aquella época: Usado regularmente en plural. Enfermedad bien conocida y contagiosa, llamada también mal Francés, y Gálico, porque (según algunos) la contraxeron los franceses quando entraron en Italia con el Rey Carlos Octavo, por medio del comercio ilícito que tuvieron con las ujeres de aquel país; pero otros dicen haverla padecido los españoles en el descubrimiento de las Indias, también con el motivo del trato inhonesto, que frequentaron con las ujeres de aquellas nuevas regiones. Lo cierto es ser enfermedad sumamente antigua, cuyo conocimiento llegó a unas provincias más tarde que a otras, y que por indecente, ninguna quiere confesar haver sido la primera a sentirla, y comunicarla. Algunas veces tiene uso esta voz en singular, porque el grano con punta de materia, que sale a la cara, se suele llamar buba. Sin embargo, fueron los españoles quienes trajeron la sífilis a América, pues ya se encuentra mencionada en documentos desde 1489, como lo menciona en una carta Pedro Mártir de Anglería quien en una carta contesta a un colega llamado Pedro de Arias Barbosa: Amigo Arias, la enfermedad de que me hablas, que consiste en dolores, úlceras, fetidez en la boca y otros síntomas, es la enfermedad que en España se llama mal de bubas.

Tratamientos para la sífilis. Uno de los tratamientos del Hospital era muy similar al empleado en España. Se aislaba al enfermo en un cuarto oscuro y sin ventilación, se le arropaba muy bien y se mantenía encendido un brasero día y noche, para que sudara mucho. Se le daba a beber una infusión de jarabe de palo cada cuatro horas, y se le ponían emplastos en las llagas o “botanas”, éstas últimas consistían en astillas pequeñas del mencionado árbol. El jarabe de palo (palo santo o guayaco) era un árbol americano cuya resina hacía sudar mucho al enfermo, llegado a la península en 1508, por un señor llamado Juan Gonzalvo, quien había padecido de la enfermedad y lo había curado un médico indio. Otras veces, la curación consistía en poner tinciones mercuriales (que solían matar al enfermo) que se acompañaban con rezos de padrenuestros, pues la enfermedad era considerada como un castigo de Dios.

La organización. No se conoce la organización del Hospital del Amor de Dios en sus primeros tiempos, ya que no han quedado noticias de ello. En el siglo XVIII lo administraba un miembro del Cabildo catedralicio. Había un capellán que se encargaba de los asuntos religiosos, un sacristán mayor, un mozo de sacristía y una lavandera también de sacristía. Los servicios médicos estaban a cargo de un médico, dos cirujanos, dos enfermeros con tres ayudantes, tres enfermaras con tres ayudantes, cuatro untadores de unciones mercuriales (dos para las mujeres y dos para los hombres), un jarabero y un barbero. Además existía todo un equipo que se encargaba del ramo de la alimentación, otro que se encargaba de la lavandería. El Hospital contaba con una botica, donde se preparaban las medicinas necesarias. En el Hospital residían algunas cofradías como la de los bordadores, sederos y gorreros.

El Hospital Real se cambia de edificio. Debido a sus buenas condiciones económicas  se decidió que formara parte de otro nosocomio, a instancias de Alonso Nuñez de Haro, por lo cual muchos de los enfermos tuvieron que ser trasladados al Hospital de San Andrés, localizado en la calle que hoy conocemos como Tacuba, el 1° de julio de 1788, y que fuera agrandado para dar cabida a los sifilíticos en 1788. Este cambio ocasionó que se convirtiera en una simple área destinada a la sífilis y dejara de ser un hospital completo. Cuando desapareció el Hospital Real del Amor de Dios, en el siglo XVIII, el inmueble en que se encontraba en aquel entonces, se convirtió en la entonces llamada Real Academia de Bellas Artes de San Carlos.

 

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