La palabra escarificación proviene del latín scarificare, cicatrizar o producir escaras. Se trata de un ritual muy antiguo consistente en efectuar incisiones en la superficie de la piel, a fin de obtener cicatrices, bien sea por medio de cortes superficiales o profundos. Las heridas producen costras de color oscuro, debido a la muerte del tejido vivo, antes de convertirse en escaras.