Los inicios de una costumbre necrófila. La costumbre de fotografiar a los muertos cual si estuvieran vivos, se inició en París, en la Douce France. Al muerto se le vestía con sus mejores ropas y se le tomaba la foto junto a sus familiares; o bien, a él solito. No constituía una costumbre muy bien vista, pues se la consideraba revestida de un cierto carácter morboso.