Paiyac se olvida de las mujeres. Mito Toba, Qom’lek. Segunda Parte

Zorro Sagaz propuso que tenían que cambiar su apariencia y que debían quitarse las alas y las plumas. Pero Tuyango, la cigüeña, dijo que no lo haría, porque el Creador les había dado alas, y si se las quitaban se volverían muy chicos, y poco hábiles para caminar. Zorro dijo que estaba de acuerdo, pero mentía, porque la verdad era que tenía era mucha envidia de las alas de los demás, porque él no podía volar. Zorro propuso a los hombres que se quedaran en un solo lugar. Aceptaron y construyeron casas para vivir en familia y felices. Poco a poco, fueron naciendo muchos niños que ya no tenía necesidad de chupar la tierra, porque mamaban de los senos de sus madres. Chiiqui les aconsejó a los hombres que guardaran bien el fuego. Vestido con su hermoso poncho de colores, vigilaba que no hubiera ningún hombre o mujer que fuera caníbal, e iluminaba a cualquiera que se transformaba en monstruo. El protegía los campos de los hombres y cuidaba de que nadie transgrediera las reglas, porque si no se volvían monstruosos que comían carne cruda y hacían las peores cosas imaginables. Eso sucedió con unas mujeres que comieron cosas que les estaban prohibidas durante su menstruación.

El mundo se destruyó varias veces. El primer mundo fue destruido por el agua, Nee Tagat. El segundo mundo pereció por el fuego, Norkaló. Y el tercero por la enfermedad, Ralogó. En el primer mundo había paz, y el pueblo toba estaba tranquilo. Tenían como jefe a un hombre muy poderoso que se comunicaba con el Creador. Se llamaba Ima-A-Taná y era muy obediente con el dios. Como el hombre aún no conocía el fuego, todos comían la carne cruda. El Creador le dijo un día al jefe que habría una inundación. Los ríos y las lagunas se desbordaron y todo se cubrió de agua. Sólo se salvo un grupo de tobas, pero pronto se reprodujeron y fueron muchos. Poco tiempo después, el Creador le avisó al jefe que vendría un gran fuego del norte y la Tierra sería devastada: animales y hombres morirían, los ríos se secarían, y sólo un grupo de tobas sobreviviría. Entonces, el jefe ordenó cavar un gran pozo para que los tobas se metieran y lo cubrieran con una tapa de ramas y barro. Llegó el fuego y no quedó nada en la Tierra. Al pasar un cierto tiempo cuando la Tierra se enfrió, los tobas salieron del pozo. Fue entonces que el Creador les dijo que deberían mirar al suelo, sin ver nada alrededor. Los hombres que no obedecieron se quedaron convertido en animales: zorros, tortugas, carpinchos, etcétera. Pasó el tiempo, los tobas se habían olvidado de las tragedias cuando el Creador le volvió a decir al jefe que llegaría al pueblo una enfermedad llamada Ralogó que le daba a toda aquella persona que hablara, pues se sentía atraída por el sonido de la voz. Así pues, esta vez sólo se salvaron los que no hablaron. Este fue el final del tercer mundo. En este mundo que es el cuarto, aún se tiene miedo de mencionar el nombre de la enfermedad. Nadie sabe cómo terminará.

El mundo es una estructura de tres niveles en forma vertical y horizontal. La Tierra es más o menos lisa, se trata de una especie de isla a la que se llama Delek, donde viven los animales y los humanos. En el oeste están las cordilleras, en donde domina Nowet, quien no participó en la creación, pero que ya existía en los tiempos primarios. Nowet es una deidad dueña de los animales terrestres y también es un demonio. Puede ser material o inmaterial y puede provocar miedo o éxtasis religioso. Constantemente cambia de habitación, aunque generalmente vive en la profundidad del monte, desde donde controla a sus trabajadores que son los dueños de las especies animales. Nowet está relacionado con los fenómenos de la naturaleza, los animales y los hombres, a quienes envía las enfermedades. Es atendido por un grupo de mujeres míticas llamadas washí o lagshí. La Tierra tiene varias regiones: el campo, ne’enaga; el monte, hawiaq; el palmar, chaesat; el estero, qa’im; y el agua (arroyos, lagunas y ríos), etagat. El eje del mundo es un árbol que tiene las raíces hundidas en la región de los muertos y la copa llega hasta el Cielo. El Cielo se llama Pigem, la Diosa del Cielo es la Vieja del Rayo; y el Dios del Cielo, Qataa’, Nuestro Padre, Es el dueño de todas las cosas que existen en el espacio. Es ocioso e indiferente con los hombres, salvo cuando vienen épocas de trastornos y regeneración cósmica. Es el creador del lenguaje, de las nociones morales y de la facultad de conocer. El Inframundo es el lugar de los muertos y la región de los Señores o Dueños de las especies de las profundidades y del agua. Se llama Alwalja, Otra Tierra. Hay un paraíso subterráneo en donde moran los cadáveres vivientes, que esperan el momento de volver a la Tierra, para destruir a la humanidad y construir una nueva. Pigem Al’wa, El Cielo de la Tierra, y Salamanca son las deidades de todos los animales subterráneos y del agua que se encuentra hacia el oeste.

Los planos del universo tienen varios niveles: en el nivel uno, Pigem, el Cielo habitan los seres que tienen más poder y mayor importancia, como son Nalá, el Sol, que es un ser de género femenino; las Estrellas, Huaqayani, son los personajes femeninos que bajaron a la Tierra y se unieron con los hombres; Shiraigo, el Hombre Luna y varios seres espirituales que tienen un gran poder. En el nivel dos viven el Viento, Quenaquianaxaic; la Lluvia, Auto; las Nubes, L’oc; y el Relámpago, Qasoxonaxa. Se puede decir que es el nivel de los seres celestiales y de los fenómenos naturales. En el nivel tres se encuentra la superficie de la Tierra, Lauatna Alhua, donde viven algunos seres espirituales: Alhualec, Nowet, Alhualashi, Huasole; y Kosorot; quienes son los dueños de los elementos naturales como el árbol, el monte, el agua… Más allá de la Tierra, hay un lugar impreciso que se llama Chaqaik, Peligroso, habitado por animales feroces del agua como Araganaqita’a, Padre de las Víboras; Araganaqlate’e, Madre de las Víboras; y Kiyokita’a, Padre de los Tigres. En el nivel cuatro, situado debajo de la Tierra, Paqueñi-Na-Alhua, hay seres muy poderosos, pero que son maléficos para la vida del hombre. Ahí vive Salcharó, Dueño del Agua, y Alhua-Lec, Dueño de la Tierra.

El Sol es una mujer  anciana que se llama Nala’, recorre el Cielo durante el día con el propósito de proporcionar luz y alumbrar. En la noche, recorre el país subterráneo de los muertos. La Luna se llama Qagogojk y su tarea es alumbrar la noche sentado en un burrito. Es un hombre grande y parsimonioso.

El oeste es un lugar llamado Pigem donde la Tierra y el Cielo se encuentran y es el lugar donde la Tierra termina. En este lugar hay una entrada al mundo de los muertos. Delek es el centro de la Tierra, indica humanidad, apego a las normas y seguridad. El este-oeste, es región montañosa, habitada por Qasogonaga, Madre de la Tormenta y el Relámpago.

 

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