Hoy se fue García Márquez a Macondo. Volvió a saludar a Úrsula, volvió a comprobar que el tiempo se mueve en círculos, volvió a las calles donde dormía en las bancas y andaba en chancletas de hule. Él no nació en México, pero decidió vivir en este país desde los sesenta y nos dejó la leyenda de una calle y una mesa en San Ángel en donde escribió el texto que le iba a hacer ganar el Premio Nobel en 1982, así que puedo hablar de él porque es parte de nuestra mexicanidad.
Los mexicas fundan Tenochtitlan
Los mexicas no fueron el primer grupo nahua que llegó a poblar la meseta central de México, muy por el contrario, pues fueron los últimos. Cuando llegaron ya se encontraban asentados otros grupos de habla náhuatl emparentados con ellos, lingüística y étnicamente, desde muy antiguo.
La primera chinampa
La palabra chinampa significa, en lengua náhuatl, “cerca de cañas”. Las chinampas fueron empleadas por los grupos mesoamericanos para sembrar, sobre estructuras flotantes hechas de palos y cañas, y rellenas de tierra, maíz, verduras y flores. Dicha técnica agrícola se debió a la invención de los toltecas, antiguos habitantes del Altiplano Central, y alcanzaron su máximo desarrollo durante el siglo XVI.
El toxtli
Los antiguos mexicanos, sumergidos en una perpetua mitología, contaban con una deidad del maguey a la que llamaban Mayahuel, quien había sido raptada por Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, en las llanuras que rodeaban la ciudad de Tollan, hoy Tula, para hacer que de sus huesos brotaran los iniciales magueyes, después de que la mujer había sido destruida por los demonios de la oscuridad llamados tzitzimime.