Nanacatl, los hongos sagrados

Los mexicas afirmaban que los hongos sagrados tenían su origen en el Árbol Sagrado de Tamoanchan, situado en el lugar mítico habitado por los dioses, arriba de los trece cielos; a su vez relacionado con el Árbol Sagrado del Tlalocan, el Árbol de la Vida. El dios que regía sobre los hongos sagrados fue Tláloc el dios del agua, por ello a los hongos solíaseles llamar apipiltzin, “pequeños hijos de las aguas”. Otro dios patrono de los nanacatl fue Nanacatzin, quien era el encargado de que por la noche nacieran los hongos de la tierra húmeda. Su nombre significa “carne sagrada”, de nacatl, carne y –tzin partícula reverencial en la lengua náhuatl.

Teonanacatl, la carne de dios, es una palabra genérica que comprendía a varios tipos de hongos alucinógenos y otros comestibles. Aunque también puede hablarse de un hongo en particular cuando se menciona al teonanacatl. En la sociedad mexica los hongos cumplían dos funciones, pues se empleaban como parte de la dieta alimenticia y como parte de los rituales de los sacerdotes chamanes, con fines religiosos y adivinatorios; los encargados de recogerlos fueron los sacerdotes y los ancianos, según constata un documento de un clérigo del Santo Oficio del siglo XVI, quien agrega que se iban a buscarlos a las colinas donde pasaban la mayor parte de la noche, entre rezos y “sermones”, para emprender la búsqueda una vez que había amanecido.

La antropóloga Yólotl González nos dice al respecto de los hongos alucinógenos; Los hongos alucinógenos se emplearon en la época prehispánica tanto en ritos dedicados a los dioses como en ceremonias chamánicas y en banquetes de los mercaderes y de los señores. Por su mal sabor, se acompañaban de bebida de cacao y miel… Se ingerían al terminar los banquetes , y después del trance, se comunicaban unos a otros sus experiencias; el dueño de la casa terminaba haciendo ofrendas de ulli, lo cual traería prosperidad a sus hijos y nietos.

Fray Bernardino de Sahagún en su Calepino cuenta que los teonanacatl crecían debajo del heno en el campo, que eran redondos con el pie delgado, de mal sabor, que irritaban la garganta y producían “borrachera”, pues con ellos se veían visiones, además provocaban mucha lujuria; pero que también tenían propiedades curativas y servían contra la fiebre, la gota y las ganas de comer.

Para Francisco Hernández los hongos llamados teyhuintli, amarillos y picantes, provocaban mucha risa; y había otros hongos que producían visiones escalofriantes. A su vez, Toribio de Benavente, más conocido como Motolinia, el “pobre” o el “afligido”, relata que los hongos llamados teonanacatl se comían crudos y que por ser muy amargos se empleaba la miel para endulzarlos; afirma que producían visiones de lo más extraño y espeluznante.

Según unas fuentes los hongos más empleados por los mexicas fueron los que en la actualidad se llaman Pajarito, Niño de las Aguas, Hongo de la Corona de Cristo, San Isidro, Hombrecitos y Velo de Novia, todos ellos con alcaloides derivados de la psilocina, la psilocibina y las triptaminas. Aunque los antepasados les llamaban “flores”. “florecitas”, “florecillas de los dioses” o “florecillas que intoxican”, como suelen nombrarse en las poesías nahuas.

Otros investigadores, como es el caso de Martha Figueroa, nos dicen que los hongos conocidos y empleados por los mexicas fueron el huitlacoche “hongo dormido”, hongos negros parásitos del maíz, que se empleaba y se emplean para comer; los teyhuinti, hongos rojos oscuros que producía locura en quien los comía –cuenta la leyenda que de estos hongos le dieron a comer a la emperatriz de México, Carlota, y que por ello se volvió loca de remate-; los tlapalnanacame, de color rojo intenso y que también se comían; los iztlananacame, hongos blancos comestibles; los teonanacatl, que producían alucinaciones; los micoaninanacatl, sumamente venenosos. Además de los hongos mencionados por la investigadora, podemos agregar los cualnanacatl, tlazolnanacatl, tzontecomananacatl “cabeza de hongo”, los xelhuaznanacatl, los zacananacatl, los hinanacatl de propiedades narcóticas, y los menanacatl, redondos, blancos y muy frágiles.

La famosísima escultura de Xochipilli, presenta adornos de plantas alucinógenas como un sombrerete de hongo, una tira o zarcillo de ololiuhqui, un capullo de sinicuiche, una flor de tabaco, todas ellas plantas sagradas, junto con el peyote, el tlitlitzin, el toloatzin, elk iztauhyatl, el xochinanacatl, y el yauhtli.

En muchos códices pueden apreciarse dibujos de hongos. Veamos algunos ejemplos. Siguiendo a Carlos Illana-Esteban en el Codex Vindobonensis, aparece una mujer enmascarada que lleva en la cabeza cuatro hongos, y se puede ver a la misma mujer cargada por el dios Quetzalcóatl, colocada arriba de los dibujos, aparece Piñtzinteccuhtli con dos hongos en la mano, junto siete dioses y diosas que portan uno o dos hongos. En una de las páginas del Codex Florentino, en la 142 del Libro XI, aparece un demonio, de gran pico y manos y pies deformes, con cinco hongos abajo, junto con la leyenda “nanacatl, teonanacatl”. Por otra parte, en el Códice Magliabecchianus, del siglo XVI, se encuentra el dibujo de un indígena sentado que porta en cada mano un hongo, al frente del hombre aparece un ramo de hongos de color verde, y atrás se ve la figura de Mictlantecuhtli, el Señor del Inframundo. Valgan estos ejemplos, para ilustrar la importancia y veneración hacia los hongos que tenían nuestros antepasados los aztecas.

 

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