Los pochtecas. Primera Parte

Los integrantes más importantes de los mercados de Tenochtitlan y Tlatelolco fueron, sin lugar a dudas, los pochtecas o comerciantes. Fue en la ciudad de Tlatelolco donde surgió el primer gremio de comerciantes en el siglo XV; ciudad que por razones económicas y óptima situación territorial, siempre estuvo dedicada al comercio, incluso mucho antes de la llegada de los aztecas al islote donde habría de nacer Tenochtitlan. Poco tiempo después de su fundación, hicieron su aparición en esta ciudad siete agrupaciones que se asentaron en los barrios de Tepetitlan, Tzomolco, Acxotlan, Atlauhco, Amachtlan e Itzolco. Estas agrupaciones o gremios, se conformaban por miembros que pertenecían a un mismo linaje y solamente en casos muy excepcionales se permitía la entrada a personas ligadas por lazos de parentesco.

La sociedad mexica estaba formada por dos grupos o estratos fundamentales. Por un lado se encontraban los pipiltin o personas que pertenecían a la nobleza, quienes detentaban el poder político, religioso y económico. Por el otro, estaban los macehualtin, la gran masa del pueblo campesino y artesano. A este estrato pertenecía los mercaderes de bajo rango, obligados a pagar tributo al huey tlatoani, o emperador, con los bienes que adquirían en los procesos de intercambio de productos; o bien, con los excedentes de su producción agrícola. Eran campesinos que cultivaban sus parcelas y con lo obtenido en las cosechas cubrían sus necesidades, pagaban el tributo y el restante lo llevaban al mercado para intercambiarlo por otros artículos o venderlo. Pero aparte de estos pequeños comerciantes estaban los mercaderes de alto rango llamados pochtecas, en razón a que habitaban el barrio de Pochtlan en Tlatelolco. Estaban sujetos a reglamentos y tenían sus propias autoridades que sólo obedecían al tecuhtli o Señor Gobernante de los mexicanos.

Todo el comercio de Mexico-Tenochtitlan se efectuaba a través de los pochtecas. Nadie que no perteneciera a esta casta podía ejercer la actividad de comerciante. Como dijimos, estaban sometidos a duros reglamentos que no podían infringir, so pena de ser severamente castigados. Ero también gozaban de muchas prerrogativas. Por ejemplo, se encontraban liberados del servicio personal que debían rendir a la comunidad; y justamente el hecho de tener tantos privilegios, nos habla de la importancia que para la economía mexica poseían estos mercaderes. No era para menos, pues constituían la bese del comercio y del abasto de las mercancía indispensables para la población y de los productos de lujo que satisfacían la vanidad de la nobleza y que obtenían de las expediciones que realizaban a tierras lejanas.

Ser mercader en el México antiguo era realmente una actividad prestigiosa. Muchos comerciantes llegaron a acumular grandes riquezas capaces de costear lujosos festejos, con los que aumentaban su estatus frente a nobles y mecehualtin. Gracias a su poderío económico se les consideró una clase social superior. Los pochtecas estaban divididos de acuerdo a su especialización. Según algunas fuentes, los más respetados y poderosos fueron los mercaderes de esclavos, quienes vendían su “mercancía” en un mercado satélite al de Tenochtitlan, situado en Azcapotzalco y dedicado exclusivamente a la venta de esclavos.

Los nahuallozteca, o mercaderes espías, tenían como tarea adentrarse en las poblaciones enemigas, con el fin de enterarse del monto de la producción agrícola y artesanal, y en la cantidad de excedentes con que contaban las regiones a las que llegaban. La información se le transmitía al tlatoani, para que él determinase los productos y la cantidad de los mismos que formarían parte del tributo que debían entregarle para su uso personal y para provecho de la población de Tenochtitlan. Junto a Los pochtecas espías había unos personajes que, sin ser realmente mercaderes, se disfrazaban de tales y se introducían en las ciudades para obtener información útil a la milicia mexica; es decir, le informaban de cuántos guerreros había en la localidad, con cuántas armas contaban, y otras cosas muchas más referentes al estado militar de las zona. Estas informaciones permitían a los aztecas obtener una victoria más fácil sobre sus adversarios.

Los teucuneneque, en español mercaderes del rey, tenían a su cargo la tarea de intercambiar algunas posesiones del huey tlatoani por artículos de difícil adquisición provenientes de lugares distantes. Estos mercaderes practicaban la usura, pues prestaban dinero y recibían créditos a cambio del favor. Como contaban con un gran capital, se les consideraba como los pochtecas de mayor importancia económica del imperio.

Otros comerciantes eran los oztomecas, llamados así porque habitaban el barrio de Oztoman, a los que podríamos considerar como vendedores ambulantes. Ellos realizaban recorridos por todos los rincones de mesoamérica, comprando o intercambiando mercancías.

Algunos investigadores citan el hecho de la existencia de pochtecas del sexo femenino. Pero más que pochtecas se trataba de mujeres que vendían en el mercado los productos que cultivaban sus esposos o que fabricaban sus cónyuges artesanos.

Los comerciantes de mayor rango y alcurnia fueron los pochtecas tlatoques, comerciantes viejos y sabios que ya no viajaban, sino que se dedicaban a presidir los rituales de los otros pochtecas, tan necesarios e importantes para la buena ejecución de sus tareas. Dichos mercaderes encabezaban las corporaciones de pochtecas. Cada una era dirigida por tres o cinco de ellos. Las corporaciones se localizaban en las ciudades de Azcapotzalco, Huexotla, Texcoco, Coatlinchan, Cuauhtitlan, Otumba y Chalco; aparte de Tenochtitlan y Tlatelolco.

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