Teorizaciones acerca del gesto. El gesto con carga significativa, con toda una carga conceptual y con el intento absoluto y consciente de comunicación es exclusivo del ser humano. Es indudable que para nuestros congéneres primitivos el gesto tuvo un importante papel en aquella temprana etapa del lenguaje incipientemente articulado, en la que la gesticulación se encontraba estrechamente ligada a los sonidos producidos por el hombre, y cuyo sentido ayudaba a concretizar. Por consiguiente, el gesto se remonta a miles de años atrás, a aquellas etapas en que el pitecanthropus empezaba su desarrollo cultura hasta devenir homo sapiens.
Si establecemos que el hombre gesticula desde antiguo, porque está en su naturaleza misma dicha capacidad; si el hombre tiene una naturaleza eminentemente social, pues fuera de la sociedad sería del todo imposible la supervivencia y el desarrollo cultural, es indudable que los gestos que produzca dentro de su comunidad estarán imbuidos de todo un contexto ambiental y serán el reflejo de los patrones culturales de la sociedad en que se produzcan. Los gestos podrán ser diferentes de un grupo humano al otro, de una cultura a otra, como por ejemplo el gesto de un lado a otro de la cabeza, en dirección horizontal, que para un habitante de nuestro país denota negación, para un búlgaro quiere decir sí. Pero en ambas culturas dicho gesto tiene una carga emotiva, significativa regulada por las condiciones sociales y psicológicas del grupo a que pertenece.
Cabe decir que los gestos son signos convencionales elaborados arbitrariamente por el hombre para comunicarse. Son un acuerdo mutuo de comprensión, cuyo significado está determinado socialmente a través de la costumbre tradicional propia de cada pueblo. Os gestos, signos sociales que actúan sobre nosotros como un estímulo que nos trasmite un concepto, o una serie de conceptos, son, debido a esa función trasmisora, un instrumento de comunicación, un lenguaje.
Dentro del lenguaje gestual, a diferencia del lenguaje articulado, no hay intervención de los sonidos, ni de éstos en la formación de palabras, ni de éstas como piezas del engranaje sintáctico. Por ello, el sentido del gesto es expresado por medio de uno o varios movimientos corporales; bien es cierto que puede darse el caso de gestos que van acompañados de sonidos onomatopéyicos, como en el caso del gesto de la “trompetilla”, cuyo sonido imita una flatulencia, y sin cuya producción carecería de sentido. Otros gestos se acompañan de interjecciones, como es el caso del gesto para denotar “victoria”, en el que los brazos se llevan hacia arriba de la cabeza, se juntan las manos y se dice: ¡Bravo¡ Otros más se ayudan de sonidos, como en el caso de “tronar los dedos”, en el que efectivamente se truenan o chasquean los dedos, para hacer más apremiante una orden.
En atención a la definición de Ferdinand de Saussure del concepto palabra, ésta se conforma de dos componentes; el primero se refiere a una estructura acústica, y el segundo a un sentido o concepto; así pues, podemos considerar que el gesto constituye una palabra sui generis, que carece de arte acústica. Para que este concepto se convierta en un elemento de la comunicación es menester, al menos, la participación de dos personas: la que va a comunicar una idea por medio de la gesticulación, y aquella a quien va dirigida tal idea. Veamos:
Ejecutante: 1 Estado de ánimo, pensamientos o emociones
(Transmisor) (Factor psicológico)
2 Abstracción del gesto necesario
(Factor socio-cultural)
3 Ejecución del gesto
(Factor fisiológico)
Vidente:
(Receptor) 1 Captación visual; formación de la imagen en el cerebro
(Factor fisiológico)
2 Comprensión del significado del gesto
(Factor socio-cultural)
3 Reacción ante el gesto
(Factor psicológico)
El gesto es una palabra que pierde su parte acústica, y la gesticulación toda importancia se concede al fenómeno óptico, cuya presencia es del todo imprescindible para la captación del gesto. El transmisor siente el deseo de hacer partícipe al receptor de un estado de ánimo o de una emoción sentido por él en cierto momento, y cuya génesis está condicionada a factores de índole psicológica propios de cada individuo; pero, sin lugar a dudas, reflejos del medio al que el individuo pertenece. Producida la motivación psicológica el ejecutante, de toda la gama de gestos conocida por él, deberá hacer abstracción del gesto necesario, del indicado para expresar lo que quiere comunicar, pues el gesto que realizará no responde a una invención momentánea, sino a una selección entre los ya existentes, tradicionalmente aceptados. Los factores fisiológicos se manifiestan cuando el ejecutante procede a llevar a cabo el gesto escogido por medio de movimientos de alguna o de varias partes de su cuerpo. A su vez, el vidente captará el estímulo enviado a través de un mecanismo visual de intervención puramente fisiológica. Se provocará en él una imagen mental, por cuya asociación en comparación con su acervo de gestos similares a los del ejecutante, le proporcionará el significado, el concepto del gesto por él visto y dentro de los que están en juego factores socio-culturales de su comunidad. Más tarde, se producirá en el vidente una reacción determinada, asociada directamente a factores psicológicos, puesto que el gesto, en su mayoría, va cagado de una intención comunicativa emocional.
El estudio del gesto nos permite observar las características culturales y psicológicas de un conglomerado humano. Existen gestos tabúes, los cuales no es “correcto” ejecutar en ciertas circunstancias. Hay gestos que son patrimonio exclusivo de los niños o de las niñas. Otros son de propiedad masculina, y los más son patrimonio general.