Los cometas, los vientos, las nubes y el granizo

Los antiguos mexicanos llamaban a los cometas Citlalin Popoca, que significa “estrella que humea”. La conseja popular aseguraba que cuando un cometa aparecía significaba que se produciría una guerra, una hambruna o que algún tlatoani iba a morir. La cauda del cometa, Citlali Tlamina, “estrella que arroja flechas”, si llegaba a alcanzar con una de sus flechas a algún animal comestible vivo, lo echaba a perder porque ya no se podía comer debido a un horrible gusano que le salía. Es por ello que las personas se protegían de las flechas que lanzaba el cometa y protegían celosamente, a sus animales de cría. Al cuerpo del cometa, que consideraban como una estrella, le denominaban Citlalxoneculli, ya que tenía similitud con una tortilla elaborada en forma de “S”, con muchas estrellas dándole forma. Esta tortilla solamente se comía un día al año: el nombrado Xochíhuitl.

Pensaban los mexicas que los vientos los producía Quetzalcóatl, quien los enviaba a la Tierra por cuatro rumbos específicos: El viento Tlalocáyotl, viento suave, llegaba del Este, del lugar en donde se encontraba el Tlalocan; el viento Mictlampa, tan fuerte que impedía la navegación por los lagos, venía del Norte; el viento llamado Cihuatlampa Ehécatl, procedía del Occidente, del lugar donde moraban las Cihuapipiltin, se trataba de un viento muy frío, pero que no impedía la navegación de las canoas por el lago. El Huitztlampa Ehécatl, llegaba de la parte donde se encontraban las diosas Huitznahua, viento fuerte y nada favorable para la navegación. Tenía tanta fuerza que era capaz de arrancar árboles y casas, y levantar olas enormes en la laguna que destrozaban las canoas.

Tlalocan Tecuhtli era el encargado de producir las lluvias y las nubes, tenía a su mando a los Tlaloque y los Tlamacazque, a quienes se debía el nacimiento de las plantas comestibles en la Tierra. Estos dioses tenían sus días de fiesta durante los cuales los sacerdotes, los tlamacazque, ayunaban cuatro días antes de la celebración. Si alguno de los sacerdotes cometía un error durante el ayuno, sus compañeros le pegaban y lo arrastraban por el lodo desde el Calmecac hasta las orillas de la laguna de Tenochtitlan. Durante la fiesta a tales dioses, el pueblo disfrutaba comiendo maíz cocido, muy similar al pozole que conocemos; mientras que los tlamacazque iban por las calles bailando y cantado con una caña de maíz verde en una mano y una olla en la otra. Tales deidades, aparte de producir las lluvias y las nubes, también eran capaces de producir el granizo, la nieve, los relámpagos y los rayos.

Cada año se producían heladas. El hielo comenzaba a formarse desde el mes Ochpaniztli y terminaba en el mes llamado Títitl, cuando llegaba la época de sembrar el maíz y toda clase de semillas. Cuando la nieve caía en forma casi de agua, como un hielo muy blandito, los mexicas la llamaban Cepayáhuitl,; entonces pensaban nuestros antepasados que las cosechas serían buenas.

Si veían encima de las altas montañas grandes nubes grises, los aztecas afirmaban que eran los Tlaloques, los dioses de la lluvia, que estaban llegando. En cambio, si las nubes de las montañas eran blancas, se creía que granizaría. Estas nubes eran de temer, pues arruinaban completamente los sembradíos. A fin de exorcizar a estas temidas nubes de granizo, los hechiceros, llamados teciuhtlazque, realizaban sus encantamientos para alegarlos de las milpas y llevarlas a lugares alejados donde no podían hacer mayor daño.

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