Las momias de Guanajuato

La palabra momia procede del árabe mumya, “betún de embalsamar cadáveres”; a su vez del persa mum, “cera”. Nuestro vocablo “momia” se aplica a los cadáveres que por embalsamamiento o por medios naturales debidos a circunstancias propicias, presentan un estado de conservación aceptable, después de que el individuo ha muerto. Momias naturales ha habido en muy diversos lugares: en Egipto, en el período de las culturas Nagada; en los Alpes suizos durante la Edad de Bronce; en la necrópolis de Galera, Granada, durante la cultura argárica; en Xinjiang, China; en las minas de sal de Chehrabad; en Irán; en Cundinamarca, Colombia; y en Guanajuato, México.

Guanajuato, uno de los estados mexicanos; su nombre proviene de las palabras kuanasi y uato, que viene a significar “cerro de las ranas”; obviamente porque en el lugar existían muchos de estos animalitos. La capital de Guanajuato recibe el mismo nombre; aunque en la etapa prehispánica se la nombraba Mooti, “lugar de metales, que luego los mexicas cambiaron por Pachtitlan, “lugar entre la paja”. Su actual nombre oficial es Santa Fe de Guanajuato.

El 30 de agosto de 1853, debido al crecimiento de la ciudad y a que el único panteón existente para mexicanos, el de San Cayetano, ya no daba abasto, se pensó en la construcción de uno nuevo en el sur del Cerro Trozado. Así pues, se dio manos a la obra y el nuevo cementerio terminó de construirse el año de 1861. Se le nombró el Panteón de Santa Paula. De este panteón proceden las momias naturales de Guanajuato. El 9 de junio de 1865, unos sepultureros encontraron la momia de Remigio Leroy, médico francés que ocupaba el nicho 214 de la primera serie del panteón. Remigio lleva entre los brazos un libro que bien podría ser la Biblia. Esta fue la primera momia de una amplia colección, considerada como Patrimonio Universal. Su momificación se debió a causas naturales como la sequedad extrema del suelo, la frialdad, la protección de microorganismos, y la alcalinidad del terreno.

Muchas de las momias encontradas tienen sus apodos; por ejemplo, a don Justo Hernández le pusieron El Hacendado, a otro le dicen El Revolucionario, y a una mujer asiática la llaman La China. Entre las momias se encuentra una mujer que se supone murió debido a la tuberculosis, por las lesiones que pueden observarse en sus pulmones. Otra, presenta la placenta por fuera de su cuerpo, se supone que murió al dar a luz. A parte de las momias adultas, las hay también infantiles. Por ejemplo, existe un niño y un feto que están suturados, tal vez porque quisieron embalsamarlos o efectuarles la autopsia.

Con el fin de conocer más ampliamente la vida cotidiana de Guanajuato en el siglo XIX, el antropólogo forense Jerry Melbye está dedicado a investigarlas; así como el profesor en ciencias cardiovasculares de la Universidad de Quinnipiac llamado Ronald Beckett, y Jerry Colongue de la misma universidad. Según ellos la causa de la momificación fue debida a los microclimas que se generan en las criptas, donde hay muy poca humedad, la época del año en que fueron enterrados los cadáveres, las vestimentas que llevaban al ser enterradas, y a las características físicas de los muertos. En mayo de 2007, los tres investigadores fueron invitados por el gobierno de Guanajuato para estudiar 22 momias de las 59 expuestas en el Museo. Los científicos están empleando las más nuevas técnicas de la ciencia forense. La última momia se encontró en el año de 1958. El total de las 111 momias existentes constituye el mayor grupo de momias naturales que se haya encontrado en el hemisferio norte.

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