Las fiestas mexicas de la muerte

Tanta importancia le dieron a la muerte los antiguos mexicanos que contaban con cinco fiestas relacionadas con ella. La primera tenía lugar en el mes Tóxcatl, quinto del calendario indígena, cuyo lapso abarca del 3 de mayo al 22 del mismo mes. En esta época tenía lugar la fiesta a Tezcatlipoca, gran Dios Lechuza. En el Palacio del Escorial, edificado gracias a Felipe II, situado en el municipio de San Lorenzo, España, se encuentra documento fechado en 1553 que consigna: … esta fiesta era general en toda esta tierra, y en ese día hacían la Fiesta de los Difuntos, porque ofrecían por ellos ante el demonio muchas gallinas y maíz y mantas y vestidos y comida y otras cosas y en particular cada uno hacía en su casa gran fiesta y a las imágenes que tenían sus padres y papás y difuntos (seguramente setrata de las urnasfunerarias) sahumaban con incienso y sacrificábanse las lenguas y orejas y piernas y brazos y sus partes … Del anterior texto cabe inferir que la fiesta no sólo se celebraba comunalmente, sino que también era un festejo de índole familiar y particular, o sea, un día de muertos en forma.

La fiesta de Huitzilopochtli se realizaba en el noveno mes llamado Tlaxochima, “nacimiento de las flores”, comprendido entre el 22 de julio y el 10 de agosto. En esta celebración, se honraba al dios Colibrí Hechizado, deidad de la guerra y patrón de la antigua ciudad de Tenochtitlan. Pero al mismo tiempo, se celebraba a los niños muertos o “muertecitos”, por lo cual también se la conocía como Miccailhuitontli, y su símbolo era un envoltorio mortuorio. Diego de Durán hace referencia a ella y nos dice: La llamaban a la diosa fiesta… Miccailhuitontli el cual vocablo es diminutivo y quiere decir fiesta de los muertecitos y a lo que ella entendío según la relación fue fiesta de niños inocentes muertos.

Por su parte, Fray Juan de Torquemada, nos brinda el siguiente testimonio:Al noveno mes llamaban Tlaxuchimaco, que quiere decir son dadas y repartidas flores. Llamábanlo así los mexicanos porque en él se las daban a su dios mayor, Huitzilopuchtli. Pero los tlaxcaltecas y otros de otras provincias lo llamaban Miccailhuitzintli, que quiere decir la conmemoración pequeña de los difuntos, porque en ella la hacían de ellos en los templos, cantándoles cantares tristes y funestos y asistían a ellos con mucha tristeza. Y los ministros llamados tlamacazque vestían de mantas negras de ichtli, que son mantas que llaman de hequén, y llevan a ofrecer muchas ofrendas de maíz y chile, calabaza y frijol y otras muchas legumbres en memoria de sus difuntos.

La antropóloga Marina Anguiano señala que a principios de este siglo en la Delegación de la Magdalena Contreras en el Distrito Federal, aún se lleva a cabo la fiesta de los muertecitos, que llevaba el mismo nombre que la fiesta prehispánica. El día 1° de noviembre, se llevaban ofrendas de ollas y jarros con leche, pan, chocolate y atole a la cúspide del monte Acoconetla, sitio en donde los aztecas solían llevar a cabo los sacrificios de niños, para rendir homenaje a Tláloc en su fiesta. Estos niñitos estaban destinados al Tlalocan, paraíso en donde se convertirían en tlaloques servidores del dios. “Por esta razón, nos dice Marina, se le dio a la montaña el nombre de Acoconetla que significa “lugar de los niños del agua, ya que ellos enviaban el preciado líquido a la tierra”.

 La tercera celebración de muertos de la época prehispánica fue la gran Fiesta de los Difuntos, correspondiente al décimo mes Xócotl Huetzi, “caída de los frutos”, del 11 de agosto al 30 del mismo mes; dedicada, además de los difuntos, al dios del fuego Xiutecuhtli. A la celebración mortuoria se la conocía con el nombre de Hueymiccaihuitl, es decir, los “muertos grandes”. Debido a la pluma de Torquemada sabemosque: El décimo mes del calendario indiano llamaban sus sátrapas Xócotl Huetzi, que quiere decir cuando cae y acaba la fruta … pero los tlaxcaltecas y otros llamaban Hueymiccailhuitl, que quiere decir la fiesta mayor de los difuntos. Y llamábanla así porque este mes solemnizaban la memoria de los difuntos con más grandes clamores y llantos y doblados lutos que la primera, y se teñían los cuerpos de color negro y se tiznaban todala cara. Y así, lasceremonias se hacían en ella de día y de noche en todos los templos y fuera de ellos eran de mucha tristeza, según que cada uno podía hacer su sentimiento, y en este mes daban nombre de divinos a sus reyes difuntos, y a todas aquellas personas que habían muerto hazañosamente en las guerras y en poder de sus enemigos. Y les hacían sus ídolos y los colocaban con sus dioses diciendo que habían ido al lugar de sus deleites y pasado tiempo en compañía de otros dioses.

La fiesta de Mixcóatl, se hacía en el décimo cuarto mes denominado Quecholli, en honor a los dioses Mixcóatl y Huitzilopochtli. Correspondía al lapso comprendido entre el 30 de octubre y el 18 de noviembre. En esta fiesta se fabricaban saetas y dardos, se hacían sacrificios, y, en el quinto día del mes, se realizaba una ceremonia para aquellos que habían muerto en la guerra. Fray Bernardino de Sahagún nos relata: … Al quinto día hacían unas saeticas a honras de los difuntos, eran largas como un geme o palmo y poníanlas resina en las puntas, y en el palo el casquillo era de palo, de por aquí ataban cuatro saeticas y cuatro teas con hilo de algodón flojo, y poníanlas sobre las sepulturas de los difuntos; también ponían juntamente un par de tamales dulces; todo el día estaba esto en las sepulturas y a la puesta del sol encendían las teas, y allí se quemaban las teas y las saetas. El carbón y la ceniza que de ellas se hacía enterrábanlo sobre la sepultura del muerto, a honra de los que habían muerto en la guerra.

Por último, en la fiesta dedicada a Xiutecuhtli, llamada Motlazquian tota, que quiere decir “nuestro padre el fuego tuesta para comer”, tenía lugar en el décimo mes Izcalli, “resurrección”, del 18 de enero al 6 de febrero. Entonces se hacía el Huauhquiltamalqueliztli, festejo en el que todos debían comer tamales y ofrendarlos a sus muertos. En los hogares de sus casas, ofrecían al fuego cinco tamales llamados huauhquiltamalli, que colocaban en un cajete. En las sepulturas donde estaban enterrados sus muertos, dejaban un tamal. Pasado un tiempo prudente y reglamentario para la ceremonia, los familiares se comían los tamales ofrendados.

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