Fray Bernardino de Sahagún en su obra Historia general de las cosas de Nueva España, nos dice que las mujeres públicas vendían sus cuerpos desde que eran jóvenes hasta que eran viejas. Que eran desvergonzadas, borrachas, sucias, habladoras, y viciosas durante el acto carnal; que se arreglaban mucho y se untaban axin en el rostro para que brillara. Dice el buen fraile que acostumbraban teñirse los dientes de color rojo, dejarse el cabello suelto para verse más bellas o trenzárselo en forma de cornezuelos sobre la mollera; además, se impregnaban de olores exquisitos y masticaban chicle, sonoramente, como si fueran castañuelas, a fin de mantener los dientes limpios y sin olores molestos, y …tiene (la prostituta) también de costumbre llamar, haciendo señas con la cara, hacer del ojo a los hombres, hablar guiñando el ojo, llamar con la mano, vuelve el ojo arqueando, andarse riendo para todos, escoger al que mejor le parece, y querer que la codicien, engaña a los mozos, o mancebos, y querer que le paguen bien, y andar alcahueteando las otras para otros, y andar vendiendo otras mujeres.
A estas mujeres de la vida galante se les llamaba ahuiani (en singular) que significa en lengua náhuatl “la que está alegre”, porque siempre estaban alegres y proporcionaban deleites sexuales a los hombres. Existían en la sociedad mexica varios tipos de prostitutas: las unas eran aceptadas por la sociedad, o medianamente aceptadas, las otras repudiadas, seguramente las más desprotegidas socialmente. Aquellas que se aceptaban podían participar en algunas fiestas religiosas, como en la Panquetzaliztli, la Tlaxochimaco, entre otras más.
Para vender su cuerpo, las ahuianime se colocaban en las encrucijadas de los caminos, en el mercado y en el Cuicacalli, la Casa del Canto, y ofrecían un cajete al futuro cliente que contenía carne de mazacóatl (especie de caracoles), que se creía para provocaba una lujuria desbordante en el solicitante. Algunas mujeres no se limitaban a las encrucijadas y a los otros sitios mencionados, sino que iban por las calles de la ciudad buscando clientes. Cuando esto sucedía las mujeres que las veían andar garbosas ofreciéndose las insultaban, porque temían que les propusieran sus servicios a sus esposos. Entonces las llamaban: mierducha, perrilla de mierda, anciana fofa, genitales lúbricos, y otros epítetos aun más groseros. O también las alejaban con frases tales como: ¿De dónde vienes? Vete, ¿Acaso es semejante a este tu lugar? No lo es. Algo mostrarás a la gente aquí. Gorda huérfana, Malvada huérfana. (Códice Matritense).
Las ahuianime eran contratadas por los señores nobles o los sacerdotes, a fin de servir de carne de placer a los esclavos que estaban destinados a ser sacrificados en las celebraciones religiosas, con el propósito de endulzarles sus últimos momentos a los desdichados elegidos. Las mujeres galantes debían permanecer hasta la muerte del desgraciado; cuando moría, se les pagaba con la vestimenta y los objetos personales que había poseído el sacrificado. Sahagún menciona que veinte días antes que llegase esta fiesta (del mes Toxcatl) daban a este mancebo cuatro mozas bien dispuestas y criadas para esto, con las cuales todos los veinte días tenía conversación carnal; y mudábanle el traje cuando le daban estas mozas… Para tal efecto, les ponían los nombres de las cuatro diosas: a una llamaban Xochiquetzal; a la otra, Xilonen, a la tercera Atlatonan; y a la cuarta Huixtocíhuatl. En cambio, cuando las prostitutas vendían sus servicios a los guerreros destacados por acciones heroicas, se les pagaba con mantas y comida. Estas ahuianime que seguían a los soldados se llamaban maqui.
Las ahuianime mexicas procedían, principalmente, de la clase popular, eran macehualtin; las mujeres nobles que llegaban a prostituirse por alguna razón, eran castigadas con la muerte. Otras procedían de las ciudades y los pueblos conquistados por los mexicas, prostituidas por la miseria, obtenidas como tributos o como presas de guerra.
Como buenas religiosas que eran las ahuianime contaban con una patrona: Xochiquetzal. Diosa que una vez sedujo a Topiltzin Quetzalcóatl antes de dejar Tula en la más completa vergüenza, a decir del antropólogo alemán Eduard G.Seler. La Flor Preciosa, Ichpochtli, La Muchacha, diosa de la belleza, las flores, y el amor carnal. A la que las prostitutas solían brindar flores de cempasúchil que le estaban consagradas, junto con bellas plumas de exóticas aves.
Según el Tonalpohualli, si las mujeres nacían en la séptima casa del signo Ce Océlotl y eran labranderas de oficio, y no cumplían con los ayunos religiosos señalados en honor a Xochiquetzal, su patrona, caerían en la prostitución, y la diosa les enviaría terribles enfermedades contagiosas. Las mujeres nacidas en Ce Xóchitl, si no estaban al pendiente de realizar las penitencias necesarias que dictaba la opresora religión mexica, era seguro que se volverían prostitutas. Al igual que las nacidas en la décimo primera trecena Ozomatli, y en la décimo quinta trecena Calli, destinadas a ser poco honestas y fáciles.
Para finalizar leamos el cántico que la ahuianime brindaban su hermosa ´patrona Xochiquetzal en su celebración.
¿De la región de la lluvia y niebla/ yo, Xochiquetza,/ de junto allá viene? ¡Aún no! /(estoy) en la Casa de la Orilla, en Tamoanchan,/ Cómo llorabas tú, sacerdote de la región del viento ¡Piltzintecuhtli…!/ Buscaba a Xochiquetzalli./ A la región de niebla de turquesa a favor de nosotros irá.