La turquesa

Aquel que lleve en su mano una turquesa, nunca conocerá la pobreza. Dicho popular.

La turquesa es una piedra semipreciosa, un mineral de color azul verdoso, formado de fosfato de aluminio y cobre; es muy valiosa y apreciada por su belleza y sus peculiares colores que pueden ser azul celeste, azul verde o verde manzana. Su fórmula química es Cu AI6 (PO4)4(OH)8.5H2O. Es una piedra opaca de ligero brillo ceroso, de cristales triclínicos y de poca dureza, casi menor que el vidrio común. Se la encuentra en yacimientos dentro de piedras sedimentadas, arenosas o volcánicas.

El origen de la palabra “turquesa” es desconocido. En lengua francesa se la conoce como pierre turquoise, lo cual es extraño porque en Turquía no se las encuentra, pero en ese país se comerciaba en la antigüedad. En Turquía recibe el nombre de fayruz, que significa “piedra afortunada”, por los poderes que confiere a quien la posee.

Irán, la antigua Persia, ha sido por 2000 años la fuente de abastecimiento más importante de turquesas. Se extraen de una mina que se encuentra en la montaña Ali-mersai, situada cerca de la capital de la provincia de Khorasan. Esta turquesa es muy preciada por su color azul cielo, exenta de venas negras o cafés. En persa lleva el nombre de ferozah, que significa “victorioso”.

Los antiguos egipcios utilizaban la turquesa desde la primera dinastía, hace alrededor de 3000 años a.C. La obtenían de la Península del Sinaí, la cual era llamada El País de la Turquesa. Existen seis minas en la Península, las dos más importantes están en Serabit El-Jadim y en Uadi Maghara, que son de los yacimientos más antiguos, y cuya mina se localiza a cuatro kilómetros del templo dedicado a la diosa egipcia Hathor, diosa del amor, la danza, las artes musicales, diosa nutricia y patrona de los borrachos. Los trabajadores de las minas del Sinaí la adoraban. Según la tradición hebrea, la primera mina de turquesas la explotó Isaac, el hijo de Abraham, en el Monte Sinaí.

En Mesoamérica, la turquesa se empezó a emplear en Oaxaca y Guerrero en el año 100 a.C. los yacimientos dieron su aparición en el occidente de México alrededor de 400 d.C., y en el área maya en 1000 d.C. aun cuando su uso ya generalizado data de un siglo anterior a la llegada de los españoles, es decir, del siglo XV. Asimismo, de la zona de la antigua Oasisamérica, de la cultura Hohokam, llegaban cargamentos de turquesa. Fray Bernardino de Sahagún afirmaba que los toltecas fueron los primeros en traer las turquesas desde el norte de México y en controlar la explotación y el mercado de la maravillosa piedra, en el área maya, el centro y el occidente de México. Ya con Tlacatéotl se utilizaban el chalchíhuitl, turquesa fina, y el tuxíhuitl, turquesa común. Con turquesa se fabricaron piezas de ornato corporal, máscaras ceremoniales con técnica de mosaico, y demás objetos rituales. Los chichimecas de Paquimé elaboraban cuentas para collares y pendientes.

En el siglo XV, usar la turquesa fue símbolo de prestigio y de pertenencia a la nobleza, tanta fue su aceptación que pronto sustituyó al tan preciado jade.

Los mexicas asociaban las diversas tonalidades de la turquesa, xipalli, con el agua y la vegetación, elementos indispensables para la vida, e incluso creían que la casa de Quetzalcóatl poseía travesaños de color turquesa, lo cual otorga a la piedra valor divino.

Xiuhtecuhtli, Señor del Año, deidad del fuego relacionada con el Sol, siempre cargando su brasero, tenía como piedra representativa a la turquesa. Llevaba una diadema de oro con incrustaciones de tal piedra, a la que llamaban xihutzolli “corona puntiaguda de turquesa”. Xiuhtecuhtli en su advocación como el dios Ixcozauhqui, el Cariamarillo, se representaba en su fiesta, del último mes del año Izcalli, con una imagen hecha de palitos e incrustada con turquesas, a la que nombraban los mexicas Milintoc.

Los Huey Tlatoani portaban una diadema llamada xiuhtzontli “cabellera de turquesa”, para divinizarse, puesto que el dios del fuego la llevaba. Por su parte, el atavío de Huitzilopochtli incluía el Xiuhcóatl, “serpiente preciosa” o “serpiente de turquesa”, símbolo de ser una advocación del Sol, la cual simbolizaba un arma mágica solar; esta arma le sirvió a Huitzilopochtli para matar a la Coyolxauhqui, su hermana asesina.

A la turquesa se la liga con el éxito y la buena suerte, y se cree que preserva de la pobreza: “La mano que lleva una turquesa no conoce nunca la pobreza”, dice el dicho. Los aztecas la utilizaron contra la maldad y en sus armas la colocaban para obtener éxito en la guerra. Es efectiva contra el “mal de ojo”, y para proteger a los marineros de las furias marinas. Cuida a los viajeros y, según dice la conseja popular, Cristóbal Colón y Vasco de Gama siempre llevaron una en el bolsillo… ¡por si las dudas! Y tú, ¿ya tienes tu turquesa?

 

 

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