La sujeción ideológica: Normas de conducta de los mexicas

La sociedad mexica fue una sociedad dominante e imperialista (en el sentido de imperio) que necesitaba de la sujeción de sus miembros. Entre otras armas, los mexicas emplearon para tal propósito a la religión, permeante de todas las acciones de los indígenas y presente como reguladora ideológica de cada una de las actividades y etapas de la vida. Veamos algunas de las normas de conducta y su castigo en caso de ser transgredidas. Obviamente, sin el ánimo de agotarlas todas.

No robar. Si a alguien se le sorprendía robando en el tianguis, se le mataba en el mismo sitio por medio de la lapidación, después de que los jueces del mercado le hubieren juzgado. Si el ladrón aún no había alcanzado la mayoría de edad, se le cortaba la mano con la cual había llevado a cabo el delito. El robo en general se consideraba una aberración, el que robaba debía restituir lo robado con el equivalente.

No matar. El homicidio se pagaba con la muerte inmediata. Salvo que la viuda del asesinado optaba por pedir la esclavitud para el asesino.

No cometer adulterio. Quienes eran sorprendidos en flagrante delito, debían morir. Si sólo se trataba de una sospecha, se interrogaba a los involucrados y se les sometía a tormento hasta que confesaran. Al comprobarse la falta, se les mataba. Si el marido engañado tomaba por su cuenta la justicia y mataba a los amantes, a su vez era sentenciado a muerte, pues no podía tomarse justicia por sí mismo.

No emborracharse. A los jóvenes les estaba estrictamente prohibido embriagarse. Si llegaban a hacerlo se les condenaba a muerte, o se les destinaba el exilio. Sólo se permitía beber pulque a los ancianos, quienes habían llegado a la edad de merecerlo, y además les nutría su envejecida humanidad. Asimismo, las mujeres recién paridas podían beber octli, ya que ello contribuía a reponerlas de las dificultades y agotamiento del parto.

No traicionar a los gobernantes ni ser traidor en la guerra. Tales delitos implicaban la pena máxima; es decir la muerte, pues tal acto ponía en juego el dominio y la estabilidad del Estado mexica.

No alterar el orden público. So pena de recibir la muerte por andar de escandalosos y alterar el orden público.

No cometer incesto o casarse con algún familiar. En caso de transgredir tales normas se recibía la pena de muerte.

No caer en la homosexualidad. Si era un hombre el que la cometía el delito de hacer el amor con un hombre, recibía mayor castigo que una mujer lesbiana (patlacheh), aunque ésta podía hacerse acreedora al garrote. Los aztecas mostraban una gran intolerancia hacia la práctica de la homosexualidad. Esta diferencia entre el castigo a un hombre y a una mujer se ve presente en varias culturas del mundo. Al hombre se la castigaba con la horca, por cometer cuilontli. Al homosexual activo se le extraían las entrañas por el ano.

No robar a los mercaderes en caravanas. En cuyo caso la muerte era segura e implacable, ya que los pochtecas constituían una casta divina en la sociedad, por su importancia económica y política dentro del imperio.

No dañar ni lesionar el patrimonio ajeno. Estos delitos se castigaban retribuyendo el daño ocasionado con otros objetos; o bien, por medio del pago en dinero de lo sustraído.

Respetar a la familia. Pues debemos recordar que tal institución se concebía como una célula agrícola dentro de la comunidad, de gran importancia económica para el sostenimiento de la sociedad. Un conjunto de familias equivalía a un clan, calpullis; veinte clanes formaban una tribu. Cada tribu se encontraba dirigida por un Consejo de Ancianos, con y templos y administración propios.

Respetar la vida. So pena de morir por homicidio.

Buscar la armonía con el universo. Por medio del respeto a las leyes naturales.

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