En el lapso comprendido entre el otoño de 1521 y el verano de 1522, Alfonso García Bravo (1490-1561), soldado y alarife (arquitecto) español, junto con Bernardino Vázquez de Tapia, conquistador y alcalde de la Ciudad de México, y dos indios mexicas cuyos nombres no han pasado a la historia, se abocaron a la planificación de lo que habría de ser la Primera Traza de la Ciudad de México. El encargo fue hecho por órdenes del Ayuntamiento, que a la sazón estaba situado en el pueblo de Coyoacán. A partir del eje formado por los puntos cardinales norte-sur y este-oeste del Templo Mayor mexica, se siguieron los lineamientos que habrían de sustentar a la nueva ciudad. La Traza se hizo a la manera española, con cuadrángulos que partían de la plaza central.
Alrededor de la Plaza Mayor se empezaron a erigir los edificios que servirían de hogar a los principales conquistadores. Con los materiales de los restos de las casas de Moctezuma y Axayácatl se levantaron las dos casas de Hernán Cortés. En las alfardas (franjas de piedra que limitaban las escaleras) del Templo Mayor, se edificó la residencia de Gil González (1480-1526) capitán y conquistador. Las casas de Pedro de Alvarado, los hermanos Altamirano y los primos del Capitán Hernán Cortés: Diego, Juan, y Juana, se hicieron al sur, en la Calzada Iztapalapa, hoy José María Pino Suárez. En esta Primera Traza, muchos de los materiales que sirvieron para la construcción fueron pedazos de tezontle, sillares y esculturas de piedra que se encontraban en las derruidas edificaciones prehispánicas.
La nueva ciudad nacía limitada, por sus cuatro costados, por las aguas del Lago de México. El primer edificio que se construyó fue el llamado Las Atarazanas, en la calle de San Lázaro, indispensable para que Hernán Cortés pudiese guardar los bergantines que participaron en la conquista.
Inútil es decir que el centro urbano ocupaba los mismos terrenos que había ocupado el centro ceremonial del Templo Mayor. Hacia el lado norte se empezaba a construir una plaza que albergaría una primitiva catedral. El edificio del Ayuntamiento se edificaba en la margen izquierda de la Acequia Real, en lo que ahora es la esquina de la Plaza de la Constitución y 20 de Noviembre; al tiempo que apareció el Portal de Mercaderes, debido al arquitecto Melchor Dávila. Al unísono, surgían las Casas Consistoriales y el Portal de las Flores, que era la continuación de sus soportales, llamados así en honor al apellido de doña María Gutiérrez Flores de Caballería, esposa del tesorero y gobernador de la Nueva España Alfonso de Estrada (1470-1530) y no porque se vendiesen flores en dicho lugar.
La primera iglesia que vio la Plaza Mayor, edificada en 1525, como se conocería a nuestro Zócalo pasado el tiempo, se debió a Martín de Sepúlveda, quien escogió el eje de lo que fuera el templo de Huitzilopochtli y Tláloc para su erección, pues no podía menos que erigir una iglesia católica en lugares anteriormente tan “paganos”. Esta iglesia estaba dedicada a la Asunción de la Virgen. Se convirtió en catedral el 9 de septiembre de 1534, a petición de Carlos V al papa Clemente VII.
Estos fueron los comienzos de la Ciudad de México, que conocería otras trazas posteriores.