La palabra chinampa significa, en lengua náhuatl, “cerca de cañas”. Las chinampas fueron empleadas por los grupos mesoamericanos para sembrar, sobre estructuras flotantes hechas de palos y cañas, y rellenas de tierra, maíz, verduras y flores. Dicha técnica agrícola se debió a la invención de los toltecas, antiguos habitantes del Altiplano Central, y alcanzaron su máximo desarrollo durante el siglo XVI.
Las chinampas cuentan con otra versión sobre su origen, pues la tradición oral nos dice que la primera chinampa se originó cuando Tezozómoc, Señor de Azcapotzalco, al ver los progresos de los mexicas comandados por el tlatoani Acamapixtli, tuvo miedo de ellos, y decidió aumentarles el tributo, que como pueblo subyugado estaban obligados a pagarle. El tal tributo consistía en ranas, sapos, verduras, y granos de maíz. Tezozómoc, para hacer alarde de su poder y humillar a los mexicas, les ordenó que los granos deberían presentarse sin estar separados de la planta que los producía. Asustados, los sacerdotes decidieron consultar al sacerdote-mago Ococaltzin quien, aconsejado por el dios Huitzilopochtli, patrono de los mexicas, decretó que el maíz se plantase en parcelas de tierra que flotasen sobre las aguas y llegaran hasta Azcapotzalco.
Tezozómoc al ver cumplido su capricho, admiró a la vez que temió más a los aztecas. Para compensar su fracaso exigió que en la chinampa no sólo le llevaran los granos en su mata, sino que hubiese también un pato y una garza empollando de tal manera que los pollitos perforaran el cascarón y saliesen en presencia del exigente tlatoani. Huitzilopochtli volvió a ayudar a los mexicas por medio del mago-sacerdote, y lo pedido por el Señor de Azcapotzalco se cumplió. Había nacido la primer chinampa gracias a la intervención divina de Huitzilopochtli, el venerado Colibrí Zurdo.
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