La etnia huichola o wixarika, habita en la Sierra Madre Occidental, en los estados de Jalisco y Nayarit, y partes de Durango y Zacatecas. Hoy en día existen alrededor de 43,929 huicholes. Entre los grupos indígenas de nuestro país, son los coras, tarahumaras, seris y huicholes quienes más practican la pintura corporal. Los wixarikas acostumbran pintar sus cuerpos y caras en las fiestas tradicionales. Los xukuriketa, jicareros, hombres o mujeres, pintan sus rostros como parte de la preparación que les permite cuidar las jícaras y las flechas, representaciones de diversas deidades de la religión huichola. Cada año, los jicareros acuden al desierto de Wirikuta, ubicado en San Luís Potosí, con el fin de conseguir el sagrado peyote, hikuli, el agua sagrada, y el venerado venado. Aprovechan la ocasión para traer un tinte amarillo al que nombran uxa muy usado en las pinturas faciales. Los diseños de las pinturas representan a los dioses principales, siempre son nuevos y casi nunca se repiten. La pintura facial se emplea en determinadas festividades, por ejemplo en la llamada Hikuli Neixa, o Fiesta del Peyote, en la cual se evoca a Wirikuta, pues es la fiesta dedicada al lugar sagrado en donde por primera vez apareció el dios Sol. En la fiesta aparecen trece hombres y doce mujeres jicareros; cada uno representa a un dios: Nakawe, Nuestra Abuela Crecimiento; Na’ariwame, Nuestra Madre la Lluvia del Desierto; Tatawarí, el Abuelo Fuego, y otros muchos más.
Para preparar los pigmentos muelen el peyote seco y lo revuelven con agua hasta obtener una espuma blanca que simboliza a las nubes. Esto se efectúa en el patio del tukipa, en dirección al poniente. Poco después, se pintan la cara con un pigmento que sacan de la raíz sagrada de la uxa, por medio de una piedra y agua. Ya pintados, beben el agua del peyote que molieron y bailan formando filas: una de mujeres, una de hombres, y otra de cuatro “venados” simbolizados por hombres.
En las danzas que se llevan a cabo en la Semana Santa y a los largo del calendario festivo, los huicholes se pintan el rostro con pigmentos rojos mezclados con manteca, miel o carbón. Los diseños de los dibujos no son arbitrarios, sino que se encuentran reglamentados; frecuentemente el chamán los sueña y le indica a cada jicarero cuál dibujo debe llevar. Los diseños se colocan en las mejillas, en la nariz y la barbilla; consisten en puntos, líneas verticales y horizontales que se cruzan, y líneas en zigzag. A más de ellos, existen diseños figurativos y abstractos.
Los diseños abstractos se relacionan con los efectos que ocasiona la ingesta de peyote, que provoca visiones entópticas (sensaciones luminosas originadas en la retina, más allá de la visión normal). En este tipo de diseños encontramos círculos concéntricos símbolo de los cinco puntos cardinales, y el peyote con sus múltiples variantes gráficas. Otros diseños forman espirales. Todos ellos son dibujos bastante complejos, y se acompañan de rayos, líneas, puntos y círculos. Simbolizan al Sol, a la piel del peyote, al fuego, a las nubes, y a todo lo que es relevante en el mundo cosmogónico de los huicholes.
Los dibujos figurativos representan a elementos de la naturaleza, que a su vez son dioses míticos; como por ejemplo, los ciempiés, el maíz, los venados y las águilas; todos ellos animales de suma importancia en la religión del grupo. Asimismo, aparecen dibujos de objetos de rito como fusiles (para la caza del venado), violines, guitarras. En general, podemos decir que los diseños de la pintura corporal recrean los símbolos sagrados de su cosmovisión del mundo.