En la casi mayoría de las culturas indígenas, la mariposa simboliza la inmortalidad, el renacimiento y la resurrección de los hombres, así como también lo efímero de la belleza, la inconstancia y la ligereza humanas. Es el aliento vital, el alma de los hombres. Sin embargo, cada grupo étnico connota a la mariposa de ciertas particularidades como podremos ver.
Los toltecas y las mariposas del Toltecáyotl
Tú serás llamado El Tolteca por habernos creado y formado, oh Serpiente Emplumada. Popol Vuh.
Sabemos que los antiguos toltecas, cuyo centro cultural se encontraba en la ciudad Tollan-Xicocotitlan, simbolizaron la Toltecáyotl con cuatro mariposas dirigidas hacia los cuatro puntos cardinales: la mariposa negra miraba hacia el norte y se delineaba en blanco; la blanca hacia el sur y se delineaba en negro, como opuestos complementarios (los otros eran el este y el oeste); en el centro de este símbolo de donde partían las mariposas, se encontraba un caracol cortado longitudinalmente y la cruz, emblemas de Quetzalcóatl y de su soplo divino.
Toltecáyotl, o toltequidad, es el término con el cual los mexicas nombraron al conjunto de conocimiento de los toltecas, el legado que el gran Quetzalcóatl otorgó a los pueblos de estirpe mesoamericana: la agricultura, la escritura, las artes, los códices, la religión, la organización, en resumen: la cultura y la ideología, o como diría el padre Molina en 1571, el “arte de vivir” de los hombres. Los principios de la Toltecáyotl, se encuentran en el Huehuehtlahtolli, El Libro de las Antiguas Palabras, por medio de ´fórmulas que reflejan la cosmovisión de los toltecas.
El símbolo teotihuacano de la mariposa
La mariposa monarca (Danaus Plexippus Linneo) fue conocida por varias culturas mesoamericanas. Los teotihuacanos la llamaron Quetzalpapálotl, Mariposa de Plumas. Quetzalpapálotl surgió de las cenizas de Quetzalcóatl, cuando descendió a los infiernos para encontrar a Mictlantecuhtli, el señor de los muertos; en seguida, subió al Cielo y se transformó en Venus, la Estrella de la Mañana. El Palacio de Quetzalpapálotl, localizado el suroeste de la Plaza de la Luna, en la ciudad sagrada de Teotihuacán, fue la residencia de los principales sacerdotes. En el patio rodeado de columnas se encuentra representado al dios Quetzalpapálotl en cada una de ellas, en parte como mariposa y en parte como ave maravillosa.
La Mariposa Galáctica de los mayas
La filosofía maya contaban con un símbolo llamado Hunab Ku, Mariposa Galáctica, cuya etimología proviene de las palabras hunab que significa “cosa solitaria”, y de k’u “dios”. Otra traducción difiere y propone que el nombre significa “dador del movimiento y de la medida”. El concepto de Mariposa Galáctica la consideraba como el dios supremo creador de éste y de todos los mundos habidos; una esencia de inteligencia pura, un “ser” incorpóreo, sin figura ni representación; al cual también se le conocía por el nombre de Kolop U Wich Kín.
Tal concepto representaba la Conciencia la cual comprendía a la totalidad de los ancestros, los hombres y los animales, los reptiles, los pescados, los crustáceos y las plantas. Se la concebía como la Conciencia que organizaba la materia y la antimateria, en estado bruto. Como grandes astrónomos y matemáticos que fueron, los mayas sabían exactamente donde se encontraba el centro de nuestra galaxia, al que llamaron la Mariposa Galáctica. A partir de un disco giratorio situado en el centro de la Vía Láctea surgieron el sol, las estrellas, los planetas y los sistemas solares. El destino de la humanidad dependía de lo que aconteciera en dicho centro, portal de entrada hacia otras galaxias y a la Conciencia Universal. Este centro fue el director de la energía consciente.
Los astrónomos modernos han comprobado que efectivamente el centro de la galaxia en que vivimos es una especie de disco giratorio, en cuyo centro se encuentra un hoyo negro que permite el nacimiento perpetuo de las estrellas.
Un mito pápago
La indiscutible belleza de la mariposa ha dado lugar a una leyenda muy gustada entre los indios pápagos. En ella se cuenta que el Creador, I’itoi el Hermano Mayor, sintió lástima por los niños de la tribu cuando se dio cuenta que su destino era convertirse en viejos feos, arrugados, gordos y débiles. Esta tristeza se acrecentó cuando vio a las hermosas mujeres que molían maíz sentenciadas a convertirse en feas y canosas en el futuro. Al ver la belleza de los alrededores, tomó todos los colores de la naturaleza, de la luz del sol, las hojas, las flores, el cielo, la hermosa negrura del pelo de las jóvenes, y los maravillosos cantos de las aves, y colocó todo junto en una bolsa mágica, y con ella fue a donde estaban reunidos los niños; les dijo que abriesen la bolsa porque en ella había una sorpresa pera ellos. Los chiquillos obedecieron y, ante su asombro, salieron miles de mariposas que los infantes miraron encantados de tal prodigio, pues nunca habían visto tanta belleza. Las mariposas cantaron para deleite de los pequeños. Entonces, sucedió que las aves cantoras, sumamente celosas, se quejaron al Creador porque no estaban de acuerdo en que las mariposas cantaran con tanta maestría y le pidieron que las mariposas dejaran de cantar para siempre. El creador cedió al darse cuenta que los cantos pertenecía sólo a los pájaros como lo había decretado durante su creación, y le quitó a las mariposas la capacidad de cantar. Desde entonces, las mariposas son bellísimas por sus colores, pero completamente silenciosas, aunque cumplieron con su papel de hacer felices a los niños y a las mujeres a quienes aguardaba tan terrible futuro.