La escarificación entre los maoríes y los korogos

Los maoríes. El grupo maorí vive en Nueva Zelandia, en el Océano Pacífico Sur; constituye una  etnia polinesia cuyo nombre significa “común” o “normal”. Según los etnólogos, los maoríes recibieron el conocimiento del arte de la escarificación de grupos de la Polinesia Oriental, como lo prueban, arqueológicamente, cinceles de huesos encontrados en ambas regiones, los cuales presentan muchas similitudes. Los maoríes se escarifican la cara y el cuerpo; a las marcas de escarificación se les conoce como moko, y visten todo el cuerpo de los indígenas, que de no llevarlas se considerarían como desnudos. Cada moko es particular de cada persona, es el sello que distingue a unas de otras. Sin embargo, los jefes maoríes usan patrones establecidos de mokos para distinguirse de los otros individuos de la tribu. Los mokos tienen muchos significados, los diseños de las escarificaciones en los hombres nos hablan de su valentía y ferocidad en la guerra, a la vez que se consideran un arma de seducción sexual. Las mujeres maoríes solamente se tatúan alrededor de sus labios en color azul oscuro, las ventanas de la nariz  y la barbilla. El procedimiento de la escarificación corre a cargo de un especialista, quien emplea un pequeño cincel con el cual provoca las heridas, para luego ponerles un pigmento hecho a base de una goma llamada kauri, o una pasta fabricada de orugas. Ni que decir que el proceso es largo y doloroso. Para apresurarlo, se aplican en las heridas hojas de karaka. El ritual de la escarificación siempre se acompaña con música de flauta y poemas cantados. El proceso de cicatrización es muy doloroso, sobre todo alrededor de la boca, lo que obliga a usar un popotito de madera para beber solamente alimentos líquidos y evitar la masticación. Para agarrar práctica y volverse un maestro de la escarificación, tohunda, aprenden este arte tomando como conejillos de indias a los esclavos y plebeyos de su sociedad.

Durante la puesta en marcha de la escarificación, las personas no pueden tener relaciones sexuales ni comer alimentos sólidos, sino sólo líquidos a fin de no contaminar la piel sometida a la escarificación. Una bella escarificación lleva mucho tiempo, y el tohunga-ta-oko, el especialista, estudia con detenimiento la estructura ósea y los rasgos de su cliente, pues se trata de todo un arte del cual es responsable.

El proceso de escarificar se inicia en la pubertad como rito de iniciación, y se acompaña de muchas ceremonias. Además, tal rito señala que en el individuo comienzan  etapas importantes en su vida social y en su ciclo de vida, las cuales culminarán con los ritos funerarios.

Como dijimos, los mokos marcan el estatus y la posición de los integrantes del grupo. Así por ejemplo, el moko llamado ngakaipikirau se realiza en el área central de la frente e indica el rango que se tiene en la comunidad: el ngunga, alrededor de las cejas, señala el oficio de quien lo porta: el uirere, colocado en los ojos y en el área de la nariz, nos habla del ango hapu al que pertenece un maorí; el rarurau, moko que se lleva bajo la nariz, es la firma de la persona, su identidad individual; el taiohou, se refiera al trabajo que ejerce el individuo, y va sobre las mejillas; el wairua, sobre el mentón, señala el alma, el espíritu, la quintaesencia del hombre; y el moko conocido como taitoto, indica el estatus de nacimiento y se coloca en la mandíbula. Para denotar la alcurnia o ascendencia de un maorí, se escarifica un moko en cada lado de la cara. Generalmente, la escarificación del lado izquierdo marca la ascendencia o linaje paterno –aunque puede variar de tribu en tribu- y el derecho, el materno.

La escarificación maorí tiene un origen mitológico. Cuenta la leyenda que hubo una vez un joven llamado Mataora, Cara de Vitalidad, que un día conoció a Niwareka, una joven princesa de Po Te, el Inframundo. Ambos se enamoraron perdidamente y se fueron a vivir juntos en una casa que construyeron en la Tierra. Pero un día Mataora le pegó a la princesa quien, espantada y triste, se regresó al Inframundo, donde reinaba Uetonga, su padre. El muchacho, avergonzado y lleno de remordimientos, la siguió. Después de haber pasado por muchas pruebas y vencido muchos obstáculos persiguiendo a su amada, llegó al Inframundo con la cara sucia y embarrada de lodo. La familia de la muchacha, al ver la facha del joven esposo, hizo mofa de él. El pobre Mataroa, humildemente, le pidió perdón a Niwareka. Después de hacerse un poco del rogar, ella le perdonó. Entonces, el padre de la chica, el dios del Inframundo, le enseñó a su yerno el arte de la escarificación, y el arte de tejer las puntas de los mantos de colores.

Los korogos de Nueva Guinea. En el estado independiente de Papúa, Nueva Guinea, Oceanía, en la provincia llamada Sepik, los hombres pertenecientes a la tribu korogo se escarifican el cuerpo a la manera de las escamas de los cocodrilos por medio de heridas que cubren con barro. Cuando los hombres son jóvenes se les somete a esta práctica cultural, como parte del  rito de iniciación, pues sólo escarificados devienen verdaderos hombres con posibilidad de realizar diferentes funciones en la sociedad, como por ejemplo ser comerciantes. A estos hombres de Sepik se les conoce como los Hombres Cocodrilo. La costumbre está estrechamente ligada con el mito de creación del grupo, pues dice la mitología que en los inicios de la vida solamente existía el agua en la cual vivía un cocodrilo. Un buen día, el cocodrilo decidió acarrear tierra sobre su espalda, desde el fondo del agua hasta la superficie. Con el barro que juntó construyó una isla que fue creciendo cada vez más, hasta que llegó a formar el mundo tal cual lo conocemos. De ahí que el cocodrilo sea venerado como el dios creador de la Tierra y de los hombres.

El llamado rito de iniciación comienza cuando los jóvenes han llegado a la edad de entrar en la vida adulta. El día especialmente destinado para efectuar la ceremonia, los muchachos acuden por la mañana al Río Sepik para bañarse en sus frías aguas, a fin de insensibilizar un poco la piel y soportar más fácilmente el dolor. Posteriormente, entran a una cabaña pequeña plena de incienso, donde unos hombres hieren la piel de los iniciados, quienes tiemblan de miedo. Cuando reciben los cortes  se les dificulta mantenerse acostados por el fuerte dolor que están padeciendo con la piel de la espalda y del pecho al rojo vivo. Los riesgos que ofrece esta práctica cultural son muchos, pues un alto número de jóvenes mueren desangrados o infectados, ya que, como hemos mencionado, las heridas se cubren con lodo para lograr buenas escaras. Terminada la escarificación, los iniciados se convierten en los famosos Hombres Cocodrilo y adquieren la misma fuerza del animal.

 

Deja un comentario