Las escarificaciones en África. En Etiopía, antigua Abisinia, país situado en el llamado Cuerno de África, en los alrededores del Río Omo, vive la etnia de los karo. Tanto los hombres como las mujeres acostumbran escarificar su piel.
Ellas se escarifican la espalda y el pecho como símbolo de belleza y sexualidad; y los hombres se marcan el pecho para demostrar que han matado muchos enemigos durante los enfrentamientos que tiene con otras tribus. El procedimiento de la escarificación da inicio levantando la piel con las fuertes espinas de un arbusto; en seguida, practican la incisión con un cuchillo y frotan la herida con ceniza, a fin de provocar que la cicatriz sea abultada y sobresalga. Esta práctica cultural se ha efectuado durante siglos.
Entre los integrantes de la tribu bessoribe de la República de Benín, país situado en la parte occidental de África, las escarificaciones, practicadas hace miles de años, adquieren una función protectora contra los malos espíritus. Se escarifican diferentes partes del cuerpo y de la cara, en edades muy tempranas, cuando ya el niño deja de depender de la madre; es decir, cuando se le desteta y se convierte en niño propiamente dicho. El rito de la escarificación se realiza con el propósito de complacer a los antepasados, e impedir que regresen del más allá a molestar a los vivos, y como una segura protección para los hijos, los seres más expuestos a los fantasmas. Cuando los jóvenes alcanzan la edad de quince años, se les realizan cien incisiones en el abdomen, para demostrar que son valientes y verdaderos hombres. Las escarificaciones llevan diseños de líneas rectas o en diagonal. A los iniciados se les acuesta en una cama de verdes hojas, y la madre le da a beber un vaso de alcohol para que pueda resistir el dolor.
El grupo kaleri, localizado en la República Federal Nigeria, hacia el oeste de África, continúa practicando la escarificación desde tiempos muy remotos. La escarificación se efectúa en la cara y varias partes del cuerpo, y son un indicador de las cualidades morales de quien las porta, como por ejemplo el valor y la astucia; así como para indicar estados de ánimo como los duelos por alguien querido que ha muerto. Las cicatrices se efectúan utilizando un cuchillo en forma de Y. La herida se cubre con pigmento como el polvo de carbón, a fin de que la cicatriz quede de color. A las cicatrices las llaman kolo.
Los bubis de la isla de Bioko, en la Guinea Ecuatorial, efectuaban dos tipos de escarificación –actualmente la práctica de este rito está prohibida-. Uno de ellos consistía en hacer cortes paralelos en la cara de los niños cuya edad fluctuara entre los tres y cinco años, con el fin de que las cicatrices que se produjeran, permitieran recocerlos como miembros de la tribu; sobre todo, en caso de que fuesen esclavizados o desterrados. Se trataba, pues, de una marca de identificación y de identidad grupal. El otro tipo de escarificación se realizaba por medio del llamado branding, en español marca de herraje, en el cual se empleaban fierros u otros objetos calentados para marcar la piel.
La escarificación en el México prehispánico. Los huastecos, pueblo indígena descendiente de los mayas, habitan en los estados de San Luís Potosí, Hidalgo, Tamaulipas y Veracruz en la República Mexicana. Los antiguos pobladores de la zona cultural denominada Huasteca, solían llevar taparrabos y las mujeres faldas de manta y un quexquemetl. Gustaban de teñirse el pelo de color rojo y amarillo trenzado con plumas coloridas; usaban brazaletes y adornos de plumas en los lóbulos perforados para tal efecto. La mayor parte de las mujeres mostraban el pecho adornado con escarificaciones simbólicas, se limaban los dientes y presentaban deformación craneal inducida. Los hombres se perforaban el septum nasal, para adornarlo con plumas de colores, y acostumbraban horadarse el lóbulo para ponerse adornos de concha y hueso; se limaba los dientes con carácter decorativo, y pintaban su cabello con los mismos colores que las mujeres. Sus joyas estaban hechas con conchas marinas; hacían pectorales en espiral, para lo cual cortaban, transversalmente, el bello caracol Strombus. A este collar los mexicas le llamaban “collar de torbellino”, simbolizaba a Quetzalcóatl. Otro pectoral muy utilizado se elaboraba cortando, longitudinalmente, el strombus. Ambos estaban maravillosamente labrados.
Por medio de las figurillas que dejaron los huastecos en lo que hoy llamamos sitios arqueológicos, conocemos su gusto por la escarificación y por la pintura corpórea. Existe una famosa escultura, procedente de San Luís Potosí conocida como El Adolescente, que presenta múltiple escarificaciones y tatuajes, así como una marcada deformación craneal. El Adolescente va desnudo, y en la espalda carga a un niño que simboliza al Sol.
Es una lástima que aún no se haya descifrado el significado de tales pinturas y escarificaciones, el cual continúa siendo un misterio.
Otras culturas indígenas compartieron la escarificación con los huastecos como la maya, en cuyas figurillas procedentes del sitio arqueológico ubicado en Jaina, Campeche, podemos ver escarificaciones practicadas desde la frente hasta la punta de la nariz. Una escultura conocida como La Reina, procedente de Uxmal, Yucatán, representa a un personaje relacionado con el maíz, el cual presenta sobre sus mejillas escarificaciones que son granos de dicho cereal, del cual se considera representativa.
Los guachichiles de Zacatecas y Coahuila se escarificaban el cuerpo, a fin de mostrar su valentía en la guerra. Las madres ópatas de Sonora y el noreste de Chihuahua, escarificaban alrededor de los ojos de sus hijos recién nacidos, con una espina y tinta negra, para formar arcos de puntitos que embellecían el rostro de los niños cuyas cicatrices los acreditaría como futuros guerreros.