En el tiempo del Tercer Mundo, que recibe el nombre de Cáscara, los humanos poblaron la Tierra de manera más extensa, que era un continente situado en el Pacífico, aunque también estaba poblada la parte del País del Este, con hombres del mismo origen. Los hombres eran más sabios y de mayores aptitudes que los anteriores. Tuvieron la capacidad de construir ciudades más grandes y máquinas que podían hacer muchas cosas, las había incluso que volaban. Hicieron la guerra y delimitaron la propiedad de la tierra individual y tribal. Inventaron un cristal con serios propósitos belicosos y unos rayos destructores. Ante este comportamiento el Creador estaba triste y enojado. Pensó que había llegado la hora de hacer otra limpia, e hizo que las aguas de los océanos se desbordasen y cayeran diluvios que ocasionara una gran inundación. Así, el tercer mundo fue destruido por el agua.
En el Cuarto Mundo la Abuela Araña y les dijo a los hombres que Tawa estaba descontento, porque no habían aprovechado la luz que había puesto en sus cabezas y en consecuencia debían irse a un cuarto mundo cuyo camino ellos mismos debían encontrar. Los humanos quedaron azorados y no sabían cómo encontrar el camino, hasta que un anciano dijo que creía haber oído pasos en el Cielo. A lo que todos afirmaron apoyándolo. Los hombres mandaron al pájaro-gato para que fuera a ver si el Cuarto Mundo estaba habitado. Se metió por un agujero del Cielo y vio un país que se parecía al desierto de Arizona, y descubrió una cabaña de piedra y frente a ella a un hombre dormido recargado en la pared. Al acercarse el pájaro-gato el hombre se despertó y el pájaro vio que tenía el rostro cubierto de cicatrices y rojo, tenía costras de sangre y quemaduras, y unas pinturas negras en sus pómulos y nariz. Sus ojos casi no se veían de tan hundidos en las órbitas, pero el pájaro vio en ellos un maligno resplandor. Era la Muerte que haciendo gestos le dijo al pájaro-gato que si tenía miedo de él. Dijo que no, que venía de parte de los hombres a ver si podían compartir este lugar, a lo que la Muerte accedió. El pájaro-gato fue a avisarles a los hombres que la Muerte había accedido, pero no sabían cómo subir. La Abuela Araña les dijo que pusieran un bambú en el centro el pueblo y que cantaran para que creciera. Así lo hicieron y cuando los hombres se detenían para toma aliento en su canto, al bambú le salía un nudo en su tronco. Mientras ellos cantaban, la Araña bailaba, a fin de ayudarlos para que el bambú creciera derecho. Por fin la Araña avisó que el bambú había pasado el orificio del Cielo. Todas las personas, que estaban desnudas, empezaron a subir muy contentas por el bambú. Nada llevaban, sólo la recomendación de la Abuela que les gritaba que fueran prudentes, pero no la oyeron. Cuando llegaron al Cuarto Mundo construyeron casas, plantaron maíz, melones y calabazas y, para que no se les olvidara el sentido de la vida crearon las leyendas. El Cuarto Mundo es el actual, es el Mundo Completo. Su vigilante es Masau’u, el Dios del Fuego.
En este Mundo Completo un hombre con sus dos hijos fueron dejados en una especie de suspensión animada entro de unos tubos, que flotaron en el agua hasta que se retiró. Cuando salieron, el hombre quiso regresar a las antiguas tradiciones, pero el Creador no quiso y le ordenó a uno de los hijos que se fuera a repoblar la Tierra hacia el este, y al otro lo mandó hacía el oeste. Este último fue el primer Hopi; el primero se llamó el Verdadero Hermano Blanco. La limpia o depuración de este Cuarto Mundo tendrá efecto por la acción de los cuatro elementos: inundaciones, vientos intensos, temblores y erupciones volcánicas; o bien, porque un pueblo de piel roja llegará al mundo y derrotara a los hombres. Entonces, los hopis no deberán salir de sus casas, porque una rara sustancia los matará. Los sobrevivientes querrán regresar a la misma religión o podrán escoger otra nueva. Este Cuarto Mundo, según las profecías hopi, está llegando a su fin, para dar lugar a otro mundo. En total debe haber siete mundos. En este Cuarto Mundo regresarán los katchinas, que los hopi han seguido reproduciendo tal cual eran, en muñecos con extraños ropajes y cascos.
La Abuela Araña tuvo dos nietos. Uno se fue al oeste y estaba encargado de preservar la tierra y las tradiciones, hasta que llegara del este su hermano. Los hopis son los hombres del oeste que se quedaron y esperan la llegada del hermano del este quien traerá el mensaje de que todos los hombres son hermanos y deben vivir unidos y en paz. Este hombre cuenta con dos ayudantes: una mujer con una cruz svástica y un hombre que lleva un sol. Si no logra que la humanidad viva en paz y armonía, empezará una guerra mundial atómica, en la cual sólo la reserva hopi se salvará. La guerra dará comienzo en la india.
En un principio cuando los primeros pueblos llegaron a la Tierra de las ciudades subterráneas no había Luna ni Sol, sólo veían la oscuridad. Un día, vieron una luz lejana y el jefe mandó a un mensajero a ver de que se trataba, cuando el enviado se acercó vio un campito que tenía maíz y frijoles, sandías y otros alimentos. Alrededor del campo ardía un gran fuego. Cerca se encontraba un hombre guapo que llevaba un collar de turquesas y aretes de la misma piedra, quien le preguntó al enviado que quienes eran. Éste le contestó que venían del mundo de abajo, y no contaban con luz ni alimentos. El hombre le dijo que se llamaba Esqueleto y le mostró una máscara que usaba a veces. Luego le dio algunos alimentos, campos y les ayudó a sembrar. Obtuvieron una buena cosecha. Entonces el pueblo dijo que querían encontrar un lugar donde vivir, porque aparte de los fuegos seguía habiendo oscuridad. Entonces los jefes se reunieron en consejo con Esqueleto y decidieron hacer una Luna como la que tenían bajo la Tierra. Tomaron una piel de búfalo y cortaron un círculo y lo estiraron en un aro de madera y lo pintaron de blanco; luego pintaron las orillas del círculo de negro, le pusieron un palo y colocaron el círculo en un paño de tela blanco. Estaba hecho el símbolo de la Luna. Escogieron un joven que se colocó encima del símbolo y tomaron el trapo por las cuatro esquinas y lo sacudieron de atrás para adelante y de arriba abajo, mientras cantaban una canción mágica. El disco salió volando hacia arriba, hacia el este, de donde surgió una brillante luz. Era la Luna que había sido creada. Pero como su luz era débil, algunas veces los trabajadores de los campos se equivocaban y cortaban lo sembrado en lugar de las malas hierbas. Además, hacía frío y los fuegos debían mantenerse alrededor de los campos pata producir un poco de calor. Los jefes y Esqueleto se volvieron a reunir en consejo. Esta vez hicieron un disco con un trapo caliente que habían tejido en el mundo de abajo, y lo pintaron con color cobre. Le pintaron ojos y una boca y le pusieron los colores que quisieron en la frente. Alrededor del círculo le pusieron un dibujo en zigzag, hecho con cáscaras de maíz, y le agregaron cabello rojo de animal. Atrás del círculo pusieron un anillo pequeño de cáscaras de maíz, y a través de este ensartaron plumas de águila, en cuya punta, el Jefe Viejo ató plumas rojas arrancadas de la cabeza de un pájaro pequeño. En el frente del círculo puso una corteza de olmo. El Sol estaba terminado. Escogieron a otro joven que pusieron encima del disco, al que habían puesto en una sábana y repitieron lo que habían hecho con la Luna. Así, el disco salió disparado hacia el este y desapareció. Después los hombres vieron una gran luz en el este, como un fuego que ardía. Entonces el Sol calentó la Tierra con sus bondadosos rayos. Ahora la Luna alumbra la noche y el Sol alumbra y calienta de día.
En realidad los puntos cardinales de los hopi se establecían en cuanto a la relación de las direcciones y los puntos donde sale y se oculta el Sol durante los solsticios. Estas direcciones eran, pues, el suroeste que era representado por el blanco y el gato montés; para el noreste era el negro o azul y su símbolo el oso; el noroeste estaba representado por el color amarillo y el puma; y el sureste por el rojo y el lobo. Los hopis vivieron en el suroeste.