Un gran negocio ha sido la venta de bienes raíces, sobre todo cuando no es necesario invertir dinero propio. Esto no es de ahora. Hace más de cincuenta años, cuando la Ciudad de México no tenía jefe de gobierno sino regente, el regente era el Lic. (todos eran Lics.) Ernesto P. Uruchurtu, quién según sus apologistas, hizo de un rancho mugroso y desordenado una Cd. de México limpia, moderna y ordenada; según sus detractores fue un fascista que quiso hacer de la Cd. de México un pueblote como Amarillo Texas pero con un “Gran Hermano”, al estilo de la novela de George Orwell, que no permitía tomar una copa ni una cerveza después de la una de la mañana.
Una de las medidas de gobierno tomadas, fue negar cualquier urbanización nueva. “La Ciudad está cerrada, ni un fraccionamiento más” dijo. Había propietarios con grandes extensiones de terrenos agrícolas, o no, rodeando la Ciudad. El dueño del Pedregal de Carracasco lotificó en un plano y vendió terrenos. Los compradores sabían dónde estaban sus lotes, en el plano, que tenía marcadas calles, áreas para escuelas, parques y mercados. ¡No es posible que la Cd. de México esté condenada a no crecer nunca más! decían, y esperaban a que las autoridades cambiaran de criterio o que hubiera cambio de autoridades, en el mejor de los casos.
Así fue: se cambió de presidente y el nuevo puso como regente el Gral. Corona del Rosal quién derogó la prohibición de hacer nuevos fraccionamientos. ¡Al fin vamos a poder construir nuestras casas! pensaban los compradores de aquellos lotes y se organizaban para hacer la urbanización.
Pero ¡Oh sorpresa! En los periódicos se dió la noticia: “Un grupo de paracaidistas invadió el Pedregal de Carracasco” Una mañana llegaron cientos con cartones y tiras de madera, construyeron sus chozas y se quedaron. Se enviaron oficios a las autoridades solicitando el desalojo de los invasores. Ellas mudas, ciegas y sordas (como los changuitos del dibujo) sin autorizar lo solicitado. ¡Oh sorpresa mayor! Decreto de expropiación del Pedregal de Carrasco “con fines de utilidad pública” A los dueños les pagaban algo así como veinte centavos la hectarea, que para lotes de 200 metros era menos de un centavo. Los paracaidstas salieron, sin que fuera necesario ningún desalojo, el gobierno VENDIÓ el Pedregal de Carrasco al Infonavit y este vendió casas y departamentos a sus afiliados. Negocio redondo.
Esta operación se ha repetido en varios lugares de la Repúlica. El más reciente es en Michoacán, en Morelia. Cerca de la Colonia Leandro Valle, atrás del Estadio Morelos hay una loma arbolada que los vecinos usaban para pasear o hacer ejercicio. Ahora ha sido invadida por paracaidistas. La misma técnica: una mañana llegaron cientos con cartones y tiras de madera, talaron los árboles, construyeron sus chozas y se quedaron. Hay que esperar el decreto de expropiación, el cambio de uso de suelo o la “indemnización” si la
loma tiene dueño, la salida de los paracaidístas (su reubicación para hacer otro negocio) y la venta al Infonavit o a alguna costructora. Así continuará el negocio de la venta de bienes raíces sin invertir dinero propio. ¿Hasta cuándo? Nos preguntamos.