El tejido indígena

El tejedor o tejedora, urde y pone en el telar la urdimbre, y mueve la imprimidera con los pies, y juega en la lanzadera, y pone la tela en los lizos. La buena tejedora suele apretar y golpear lo que teje, y aderezar lo mal tejido con espina, o   con alfiler, o tupir muy bien, o   hacer   ralo lo que   va tupido; sabe también   poner en telar la tela y estirarla con la medida que es   una caña, que   estira la tela para tejerla igual, sabe también hacer la trama de dicha tela.  Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las Cosas de la Nueva España

 Hace alrededor de tres mil quinientos años, en la zona cultural denominada por los arqueólogos con el nombre de Mesoamérica, se desarrollaron en México culturas indígenas poseedoras de un grado de civilización sumamente relevante. Entre sus variadas expresiones culturales destacaba, por su belleza y calidad, el arte de tejer. Esta actividad, correspondía exclusivamente a las mujeres, quienes estaban encargadas de producir las telas con las cuales confeccionar las vestimentas que usaban los hombres de la comunidad, durante el ejercicio de sus múltiples ocupaciones, y, por supuesto, las que ellas mismas lucían en su vida diaria o en ocasiones memorables y fiestas, como el día en que contraían matrimonio.

Las mujeres indígenas mexicas, contaban con una diosa particular llamada Tlazoltéotl, quien había enseñado a las mujeres a tejer por medio de un instrumento que llamamos, actualmente, telar de cintura. Como materia prima utilizaban las fibras vegetales del agave y el algodón de colores, utilizado tan solo por las clases jerárquicamente superiores; es decir, por sacerdotes, nobles, guerreros y comerciantes. En cambio, los campesinos y artesanos menores debían conformarse con vestimentas en su mayor parte elaboradas con fibras.

Hoy en día, algunos de los grupos indígenas descendientes de aquéllas culturas mesoamericanas, continúan utilizando el telar de cintura para la producción de sus lienzos; y aún sigue siendo una tarea exclusiva del sexo femenino. En cambio, los hombres casi siempre son los encargados de tejer en el llamado telar de pedales -de origen hispano­- los maravillosos gabanes, sarapes y rebozos con que se cubre el pueblo mexicano.

 La vestimenta indígena, constituye uno de los rasgos culturales más importantes de los grupos étnicos; ya que a través de ella se distinguen de otros grupos, pues es un rasgo distintivo de identidad, en el que se tejen siglos de tradición y costumbres que caracterizan y diferencian a cada comunidad. Ver a un indio o a una india vestidos con sus magníficos trajes, nos permite reconocer la etnia a la que pertenece, y saber si se trata de un tzotzil, una zapoteca del istmo o un mixe de la sierra, para mencionar algunos ejemplos.

 A fin de aprender a tejer, las mujeres indígenas se adentran a este oficio desde muy temprana edad; y así, cuando aún son niñitas, reciben la enseñanza en el seno familiar, en donde adquieren todos los conocimientos y experiencia acumulados por generaciones de mujeres tejedoras. Así, las niñas continúan la tradición hasta que son adultas y les llega el tiempo de convertirse en maestras de sus hijas a las que enseñan a plasmar en sus tejidos la simbólica cosmovisión de su cultura; pues es de todos conocido que los textiles indígenas constituyen verdaderos textos plenos de símbolos y alegorías, guardados por milenios y renovados por la dinámica propia de su existencia cultural.

En la elaboración de los textiles, las mujeres indígenas trabajan en los tiempos que les dejan libres sus obligaciones de madres, esposas y amas de casa; a menos, claro está, que se trate de tejedoras profesionales dedicadas solamente a esta labor. Así pues, cuando el tiempo es propicio, sacan sus hilos de lana y algodón blanco o coloreado con anilinas o tintes naturales, que previamente han sido hilados en malacates; y proceden a tejer los lienzos que permitirán dar forma a sus huipiles, quechquemes, enredos, fajas, morrales, rebozos y muchas prendas más que componen su indumentaria.

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