En el principio de los tiempos el mundo estaba oscuro, poblado por monos, demonios y judíos. La Tierra era plana, sin Sol, solamente existía la Luna. La Madre del Cielo, la Virgen María quedó embarazada sin participación masculina, los monos, demonios y judíos no paraban de molestarla. Nació su hijo al que mataron los demonios y se convirtió en el Padre Sol, viajó hacia el Poniente y llegó al Inframundo. Renació tres días después y el mundo conoció su primer amanecer: aparecieron el día y la noche. Al cuarto día, cuando el Sol se encontraba en el cénit, el Padre dio muerte a los demonios y se formó el primer mundo, la Tierra adquirió relieves y se creó a la primera pareja que fue hecha de barro. Esta pareja se comía hervidos a sus hijos cuando cumplían los seis meses. Enojado, el Padre Sol envío un diluvio para matarlos. La pareja rompió sus ollas para que sus espíritus escaparan. Volvió la oscuridad y todos murieron devorados por los jaguares y las serpientes que surgieron de la misma. Los niños se convirtieron en pájaros, y los pocos hombres que se salvaron se escondieron en cuevas y montañas, y se alimentaron de bellotas, frutas y de plantas silvestres, razón por la cual se convirtieron en ardillas y monos; a otros hombres los transformó en mapaches que se comen el maíz tierno de las milpas. Así los castigó el Padre Sol. Una mujer mestiza se salvó, se fue a un cerro con su perro, hizo el amor con él y nació el primer “ladino”. La Luna es la madre del Sol, su padre San José. Son el Santo Padre y la Santa Madre.
Poco después, el Padre Sol hizo a un hombre de madera y le dio un instrumento musical de madera, no supo cómo tocarlo y el Padre le rompió los pies y las manos. Arrepentido, le hizo otros, junto con una casa para que ahí viviese y se reprodujera. Nacieron muchos hombres que no sabían hablar ni hacer nada. Furioso por la inutilidad de los seres humanos, el Padre Sol envió otra inundación de la cual solamente se salvó una pareja que no quiso irse a vivir con él reprochándole la inundación. Enojado, el Sol los convirtió en monos. Todo se destruyó menos la serpiente de cascabel, la serpiente oveja y la serpiente ballena que el dios del Inframundo se llevó a vivir con él y les dio alimentos con los cuales se convirtieron por un momento en pollos y luego volvieron a su antigua forma y se fueron a vivir en cuevas.
Pasado un cierto tiempo, el Padre Sol creó a Adán y a Eva de barro. Envió un terremoto para que la Tierra dejara de ser plana y tuviera montañas. Como seguía cubierta de agua el Padre sol le pidió a los dioses subterráneos que hicieran canales por donde se fuera el agua en forma de ríos, y le pidió a los mares que se evaporaran un poco para que la Tierra se librara de tanta agua. La Virgen María con la leche de sus senos roció a la Tierra. A cada gota de leche le salieron raíces y surgieron las papas. Como Adán y Eva no sabían cómo comerse las papas, la Virgen María les enseñó. Del collar que se le rompió a la Virgen surgieron los frijoles; de la sangre del talón del Padre Sol nacieron los chiles, de su ingle (o la axila) se cortó un trozo de carne que devino en maíz. El Padre Sol les enseñó a fabricar casas, a cosechar, cocinar, a criar aves y cerdos. Como no tenían hijos, Adán y Eva trataron de hacerlos de madera; sin embargo estos seres no podían caminar ni hablar. Conmovido, el Padre Sol les envió un mensajero que tenía como misión enseñarles a hacer el amor. Pero el Padre Sol no se dio cuenta que el mensajero era un demonio que tuvo relaciones con Eva para enseñarle cómo se hacía el amor. Adán se puso furioso y le prohibió a Eva que se acostase con alguien más.
Cuando los seres humanos ya eran muchos y ya sabían bailar, danzar y realizar festividades, decidieron hacerle una fiesta al Padre Sol en agradecimiento por todo lo que había hecho por ellos, y por haberles dado machetes, azadones y hachas que tenían la facultad de realizar las cotidianas labores de los hombres que estaban nada más de puros flojos. Enojados por esa actitud de los hombres, los seres del Inframundo fueron con el Padre Sol y le dijeron que no estaban de acuerdo con esa conducta haragana, y que si no trabajaban los hombres ya no le iban a rezar nunca más. El Padre Sol, muy indignado, les ordenó a los hombres que se pusiesen a trabajar y lo adoraran y veneraran. Como peleaban mucho, separó a los hombres por grupos, y les mandó que ya no hablaran más en español que era la lengua común, sino que cada grupo empleara una lengua diferente. Así fue como los chamulas aprendieron a hablar tzotzil. Sin embargo, el Padre Sol no estaba conforme con los seres humanos a quienes encontraba estúpidos y malos, envió un terrible terremoto que destruyó todo.
Poco tiempo después, el Padre Sol creó el mundo en el que vivimos, mismo que cuenta con ciento cincuenta o cuatrocientos años de antigüedad.