El origen de la Calle de Madero

La calle de Madero, cuyo nombre completo es Calle Francisco I. Madero, es una de las más antiguas y famosas de la Ciudad de México. Su traza la llevó a cabo Alonso García Bravo, soldado y alarife, nacido en Ribera de Fresno, municipio de la provincia española de Badajoz, en el año de 1490, y a quien también se le encargaran las trazas de Veracruz y la Villa de Antequera. Todas las trazas seguían el patrón cuadrangular español que partía de la plaza central. En el caso de la Ciudad de México, don Alonso García aprovechó las calzadas indígenas ya existentes, y que a su vez partían del Templo Mayor de Tenochtitlan; por ejemplo, la primera calle trazada fue la de Tacuba, que fuera la famosa calzada de Tlacopan. La Calle de Madero fue la segunda en ser trazada a finales de 1521.

Esta calle no siempre se ha llamado Madero, pues anteriormente la parte comprendida entre el Eje Central Lázaro Cárdenas y la Calle de Bolívar, se conocía como Primera y Segunda de San Francisco; el tramo que se localizaba entre Bolívar e Isabel la Católica se llamaba Primera y Segunda Calle de la Profesa; y el que se encontraba entre Isabel la Católica y el Zócalo era conocida con el nombre de Paseo de Plateros, nombrado así por el Santo Cristo de los Plateros, y donde se encontraban ubicados los talleres y orfebres de la plata. No fue sino hasta 1914 (o 13 para otros estudiosos) que recibió el nombre que ostenta hoy en día, gracias a Francisco Villa –el caudillo revolucionario- que así la bautizó un día 8 de diciembre. Cuenta la leyenda que Villa tomó una escalera y colocó una placa de mármol blanco en la esquina de San José el Real (Isabel la Católica) y Plateros, así, por sus pistolas, sin mediar ningún decreto ni orden oficial.

En esta hermosa Calle de Madero se encuentran edificaciones plenas de historia y belleza. Podemos mencionar la Casa del Marqués de Jaral de Berrio que conocemos como el Palacio de Iturbide, construido con cantera y tezontle, edificada en la Colonia sobre lo que fuera propiedad de Gonzalo Juárez de Córdoba, contador mayor real de la ciudad. Y que al término de la Guerra de Independencia le fuera ofrecido a Agustín de Iturbide, jefe del Ejército Trigarante. Uno de los balcones de esta casona, fue testigo de la salutación que Iturbide brindó al pueblo, a raíz de su coronación como emperador.

En Madero también se encuentra, la Casa del francés don José de la Borda, en el número 33, cuyo propietario fue Joseph de Laborde, cuyo nombre mexicanizado devino José de la Borda. En el siglo XVIII Joseph explotó las minas de Taxco y Zacatecas, fue tal vez el hombre más rico de la Nueva España. En su inicio esta casa ocupaba toda la manzana y se edificó como regalo a Teresa Verdugo Aragonés, su esposa. La tal casa fue construida por el arquitecto Francisco Guerrero y Torres, al estilo barroco mexicano, derivado del rococó galante. Limitaba la mansión con la Calle Segunda de San Francisco, la Calle del Coliseo, la del Espíritu Santo y la de Colegio de Niñas. Casa de tres pisos en la cual se empleó para su construcción piedra arenisca blanca y piedra de tezontle, y se adornada con barandillas de hierro forjado.

En el siglo XIX fue sede del famoso Salón Rojo, creado por Salvador Toscano (se puede ver el artículo correspondiente en este mismo sitio web). Actualmente, la construcción se encuentra muy dividida y alberga diferentes razones sociales.

Otra importante casa de la Calle Madero es la Casa de los Azulejos, toda cubierta de azulejos de la talavera de Puebla y construida en estilo barroco novohispano. En la época virreinal fue conocida con el nombre de El Palacio Azul, en ella residieron los Condes del Valle de Orizaba. Estuvo habitada por los descendientes de estos condes hasta la época de la Independencia, quienes debían su título al condado del Valle de Orizaba, creado por Real Decreto el 14 de febrero de 1627 por el rey de España Felipe IV, el título lo recibió Rodrigo de Vivero Aberrucia, señor de Tecamachalco y Capitán General de las Islas Filipinas. En el siglo XIX la Casa de los Azulejos, se convirtió en el famoso Jockey Club de México, y, posteriormente, en sede de la Casa del Obrero Mundial, hasta llegar a ser ocupada por un café restaurante muy conocido por todos.

El Templo de la Profesa (Casa Profesa de la Compañía de Jesús), también situada en Madero, es un templo de estilo barroco, cuyo nombre oficial es Oratorio de San Felipe Neri. Al principio fue una iglesia jesuita a la que se la conocía como Templo de San José el Real. En la Casa Profesa vivían sacerdotes jesuitas sumamente ortodoxos, que habían hecho votos de castidad, pobreza y obediencia, sobre todo al Papa, razón por la cual se les llamaba profesos en la Compañía de Jesús. Fue abierta a los católicos en el año de 1610. Este templo se modificó en el siglo XVIII por Pedro de Arrieta, arquitecto barroco mexicano, por órdenes el marqués de Villapuente de la Peña, español y caballero de la Orden de Santiago, benefactor de las órdenes jesuitas. En las columnas de la fachada de la Profesa se pueden ver las armas del marqués y se puede leer el siguiente lema: Por pasar la puente me puse a la muerte. A raíz de la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767 de las colonias españolas, la Profesa pasó a manos de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri. Manuel Tolsá cambió a estilo neoclásico el interior del inmueble y diseñó el retablo mayor que, por supuesto, estaba dedicado a San Felipe Neri, Apóstol de Roma y fundador de la Congregación del Oratorio. En la Profesa se llevaron a cabo reuniones secretas que organizaban los partidarios del régimen absolutista del Virreinato de la Nueva España, opuestos a la Constitución de Cádiz, presididas por el canónigo Matías de Monteagudo, movimiento que desembocaría en la Guerra de Independencia.

La Calle de Madero ha sido testigo de muchos desfiles; por ejemplo cuando triunfó el Ejercito Trigarante, Agustín de Iturbide entró a la Plaza Mayor por tal calle, bajo un elaborado arco de triunfo. Don Benito Juárez tras derrotar al emperador Maximiliano, el 15 de julio de 1867, pasó por la Profesa y Plateros para llegar al Zócalo en medio de una entusiasta fiesta popular. Francisco I. Madero, cuando cayó Porfirio Díaz, ingresó a Palacio Nacional tras haber recorrido la calle de Madero, saludando al pueblo y sonriendo en el trayecto. Asimismo, el mismo Madero, durante la Decena Trágica, cuando estaba lucubrándose el golpe, acudió del Castillo de Chapultepec a Palacio, por la famosa calle un 9 de febrero de 1913. Álvaro Obregón, después de derrocar a Victoriano Huerta, al entrar a la Ciudad de México, lo hizo por Plateros con su Ejército del Noroeste. Pasados cinco días, entraba a su vez Venustiano Carranza por la misma calle, al frente del Ejército Constitucionalista. Y, finalmente, Emiliano Zapata y Pancho Villa, hicieron su entrada triunfal con sus respectivos ejércitos, por el mismo histórico camino.

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