El coyote, Canis latrans, chacal o lobo de pradera, es un bello y astuto animal que vive en el norte y el centro de América, se conocen alrededor de 19 especies. Su nombre latino significa “perro que ladra”, y es curioso que los indios tzotziles lo llamen ok’il, que quiere decir “el aullador”. El vocablo común de “coyote”, proviene del náhuatl cóyotl.
Tradicionalmente, el coyote aparece como un dios o un animal sagrado, en muchas religiones y mitos de las culturas indígenas de casi toda América. Se trata de un personaje generalmente de sexo masculino, aunque también lo encontramos como hembra, como hermafrodita, o como poseedor de la capacidad de cambiar de género a su arbitrio. A veces, la mitología lo antropomorfiza, pero sin perder su condición fundamental de animal: su piel, sus orejas en punta, sus garras y sus ojos color amarillo. Es un ser mítico escurridizo, astuto, hábil, embaucador; además de mentiroso, chistoso y, a veces, malvado al que le gusta sembrar la discordia entre los hombres. Sin descartar que pueda llegar a ser avaro, envidioso, irreflexivo, imprudente y lúbrico, como puede comprobarse en la narración referente a Huehuecóyotl, el Coyote Viejo, dios de la música, cuando sedujo a la diosa del amor Xochiquetzal y la hizo su amante.
Este polifacético animal forma parte importante de las narraciones orales de muchas culturas asentadas en California, en las Grandes Llanuras y la Meseta, de los Estados Unidos de Norteamérica. Asimismo, aparece en numerosos mitos mesoamericanos. Frecuentemente, lo encontramos en los mitos de creación y en los mitos etiológicos de los pueblos indígenas. Para Claude Lévi-Strauss, el famoso antropólogo francés, se trata de un animal mediador entre la vida y la muerte, entre el mundo del más allá y el mundo terrenal: es decir, nuestro amigo cumple la importante función psicopompe.
Como mencionamos, en muchos mitos indígenas adquiere el papel de creador; por ejemplo, una narración nos cuenta que Coyote con el propósito de dar forma al primer hombre, pateó una bola de barro; otro mito afirma que fecundó a una mujer malvada que había matado a los hombres de todo el mundo mientras llevaba a cabo el acto sexual. Otras veces, vemos a Coyote como un héroe cultural que ayuda a los hombres en su dura existencia proporcionándoles conocimientos útiles para su vida diaria y su desarrollo social y cultural. Sin embargo, algunas cosmovisiones nos muestra a Coyote como el antihéroe imprudente y sumamente arrogante cuya ausencia de sabiduría lo mete en muchos problemas.
Fray Bernardino de Sahagún dejó testimonio acerca de cómo veían los mexicas al coyote en su subyugadora cosmovisión:
Hay en esta tierra un animal que se dice cóyotl, al cual alguno de los españoles le llaman zorro, otros le llaman lobo, y según sus propiedades, a mi ver, ni es lobo ni zorro, sino animal propio de esta tierra. Es muy velloso, de larga lana; tiene la cola gruesa y muy lanuda; tiene las orejas pequeñas y agudas, el hocico largo y no muy grueso, y prieto; tiene las piernas nervosas, tiene las uñas corvadas y negras; y siente mucho, es muy recatado para cazar, agazápase y pónese en acecho, mira a todas partes para tomar su caza, y cuando quiere arremeter a la caza primero echa su vaho contra ella, para inficionarla y desanimarla con él.
He aquí una pequeña semblanza de este hermoso animal.