El Búfalo o bisonte, (Bison Bison) es un mamífero de la familia de los bóvidos, que habitaba en manadas en los Estados Unidos, México y Canadá. Conocido con el nombre popular de bisonte sido muy importante en el folklore de los indios de América del Norte; aparte de que constituyó uno de los alimentos indispensables en la dieta de estos pueblos, por lo cual fue venerado y querido; tanto fue así que cuando un bisonte moría, el cazador se acercaba al animal para respirar su último aliento y absorber la esencia de sus virtudes.
Los indios lo consideraban el dador de vida por excelencia, pues de él se obtenían el alimento, la piel para hacer vestimentas, combustible con sus excrementos secos, y materiales para la construcción de las casas, con sus huesos y tendones se elaboraron herramientas; y con sus pezuñas se elaboraba pegamento muy resistente
A este animal se le han dedicado multitud de danzas y rituales propiciatorios para obtener una buena caza, ya que antes de que los indios conocieran los caballos y las armas, atraparlo era sumamente difícil, y requería de gran habilidad por parte de los cazadores. En algunos mitos el propio Búfalo se ofrece como alimento de los humanos; en otros, es el animal que lleva el conocimiento de la medicina y de la pipa de la paz a sus adoradores; así, la medicina de búfalo deviene sagrada y, a través de ella, se reverencian y aprecian los dones que proporciona la Naturaleza. A veces aparece en sociedad con Coyote u otro animal sagrado, para proveer a los indios de lo necesario para vivir. Cuando los hombres no han adorado a Búfalo como es debido ni han realizado los correspondientes rituales como debe de ser, la cacería fracasa. Búfalo tiene muchos poderes, y simboliza la fuerza, la rectitud y la protección.
De cómo los cheyenes conocieron a Búfalo. Existen muchas leyendas acerca de Búfalo, por ejemplo, los cheyenes cuentan que hace mucho tiempo una tribu de cazadores vivía en lo alto de un torrente en donde había una cueva inexplorada. Como la comida escaseaba, el jefe convocó a una reunión para planear que se podía hacer ante tan grave situación. El jefe dijo que se hacía necesario explorar la cueva y pidió voluntarios, ya que la empresa revestía mucho peligro. Nadie se ofreció al principio; pero al poco rato, un joven se pintó la cara para la cacería y dijo que él estaba dispuesto a sacrificarse para que su pueblo comiese. Para su sorpresa, el joven se encontró con dos cazadores cheyenes cerca de la entrada a la cueva, donde una corriente de agua se precipitaba bajo tierra. Primer Valiente, que así se llamaba el joven, al ver a los dos cheyenes pensó que se estaban burlando de él, pero los cazadores al notarlo desconfiado le informaron que deseaban acompañarle a la cueva. Se dieron la mano los tres y saltaron a las profundidades de la cavidad. Después de acostumbrarse a la oscuridad, vieron algo que parecía una puerta. Primer Valiente tocó, pero no obtuvo respuesta, llamó más fuerte; entonces, una abuela india les preguntó qué era lo que deseaban. Contestaron que buscaban un nuevo alimento para su tribu que pasaba hambre. La Abuela preguntó si tenían hambre ellos en ese momento, y todos respondieron afirmativamente. La anciana mujer abrió la puerta, les invitó a pasar, y señalando por la ventana les mostró una hermosa pradera donde manadas de búfalos pastaban satisfechos. Los cazadores estaban maravillados. La Abuela trajo una olla llena de carne de búfalo de la cual comieron hasta sentirse satisfechos. Comían y comían y los cajetes no se vaciaban nunca. Abuela dijo que los llevasen a su comunidad para que sus hermanos apagasen su atroz hambre. Les aseguró que mandaría muchos búfalos a su tierra, palabras que agradecieron conmovidos los tres cazadores. Cuando regresaron a su comunidad y las personas comieron de los tres cajetes mágicos, se mostraron muy agradecidos con la Abuela. Satisfechos, todos se fueron a dormir. Al otro día, rebaños de búfalos se encontraban en los campos que rodeaban el pueblo. Todos le agradecieron a la Abuela y a los espíritus del Cielo el enorme regalo que les habían hecho. Ya nunca más pasarían hambre.
La mujer Búfalo la Pipa de la Paz. Los indios lakotas cuentan que un día dos jóvenes estaban cazando búfalos; de repente uno de los animales, de color blanco, se lanzó hacia los indios. Al irse acercando el animal se convirtió en una mujer muy joven y muy bella que les instaba a verla, pues les decía que debían observar la manera sagrada como caminaba. Uno de los cazadores dudaba de lo que veía, pues le parecía increíble que un búfalo pudiera convertirse en mujer. La bella le indicó que se le acercara y le cubrió con una nube gris que le impedía ver. Cuando la nube desapareció, el joven se dio cuenta que no tenía carne ni sangre en su cuerpo. Su compañero, aterrado, se puso a rezar, pero la mujer le interrumpió pidiéndole que regresara al pueblo y que dentro de cuatro días ella regresaría con un bulto sagrado.
Al llegar a su comunidad el cazador contó a sus hermanos lo acontecido. A los cuatro días, una nube bajó del Cielo, de ella salió un hermoso búfalo blanco que rodó por tierra. Al ponerse en pie, se convirtió en una joven y hermosa mujer que llevaba en la mano un bulto sagrado. Las personas la rodearon, ella se colocó en el centro y entonó una bella canción sagrada al tiempo que les entregaba el bulto recomendándoles que lo trataran reverencialmente, porque dentro se encontraba la Pipa Sagrada que ninguna persona impura debía ver nunca. Con la Pipa podrían enviar sus plegarias al Gran Espíritu; con ella debían caminar con pasos sagrados. El plato de piedra roja donde estaba colocada la Pipa Sagrada representaba la Tierra; y en su centro se encontraba dibujada la figura de Búfalo, símbolo de todos los animales de cuatro patas que vivían entre los lakotas y que debían ser tratados como hermanos. El brazo del plato era de madera y simbolizaba todo lo que crece. Las plumas que adornaban tal recipiente, representaban a todos los hombres a los cuales se trataría como a hermanos. Todo se realizaría al fumar la Pipa Sagrada y al rezar, porque la Pipa une a los hombres y los acerca al Gran Espíritu.
La mujer se quedó en la tribu cuatro días, les enseñó todo lo que tenían que saber sobre el bulto sagrado. Les instruyó en las siete ceremonias sagradas, en las canciones y en las historias que nunca debían olvidar. Les prometió velar por ellos. Algún día ella regresaría por el sagrado envoltorio; el nacimiento de un búfalo blanco será la señal de su retorno para purificar al mundo y traer de nuevo la paz y la concordia entre las tribus indias.
El bulto se encuentra guardado en la reserva de los indios lakotas en Dakota del Sur, Estados Unidos, en espera del regreso de la Mujer Búfalo.
La Danza del Sol. La muy famosa danza del Sol ha sido practicada por muchos indígenas de Norteamérica, con más o menos variantes según la tribu que la dance. Durante ella se baila, se canta, acompañándose con la música de un tambor. Como parte de la preparación para participar se debe ayunar; a veces se practican auto sacrificios y se afirma que los candidatos a bailar tienen visiones sagradas.
Para los indios de las Praderas cazadores de búfalos, la Danza del Sol es una ceremonia comunitaria que celebra la renovación y el renacimiento espiritual de los hombres, la regeneración de la vida que surge de la tierra. Está asociada al búfalo, el cual se incorporó a la cosmogonía de la danza y constituye el tema principal de ella. Para iniciar la danza se construye una cabaña y se coloca un árbol en el centro del pueblo junto al que se agregan ofrendas. La danza dura varios días. Los danzantes dan vueltas alrededor del árbol mirando hacia el Sol, a fin de pedir poder a los espíritus. Los cheyenes ofrecen al Sol un cráneo de búfalo en cuyos ojos y nariz colocan manojos de hierba como símbolo de la vegetación que requiere el bisonte para vivir; mientras tanto cantan: iWakan Tanka, ten misericordia de nosotros!, ¡queremos vivir! Esta es la razón por la que hacemos esto. Dicen que viene una manada de bisontes; ya están aquí. El poder del bisonte viene a nosotros; ¡ya está aquí! (…) ¡Wakan Tanka, míranos! El más próximo a tos que andan en dos pies, el jefe de los que andan a cuatro patas, es Tatanko, el bisonte. Aquí está su cráneo seco, al verlo sabemos que también nosotros nos convertiremos en cráneos y esqueletos y de este modo caminaremos juntos por el camino de regreso al Gran Espíritu (…). Aquí en la tierra, vivimos con el bisonte y te estamos agradecidos por ello, pues él nos da nuestro alimento y hace dichoso al pueblo, es nuestro pariente ¡Oh bisonte, tú eres la tierra! Hasta hace poco la danza incluía una ofrenda de carne humana como un acto de comunión con el dios Sol, carne que los devotos de cortaban de sus cuerpos. Actualmente, esta parte del rito está prohibida.
Los indios shoshone creen que el búfalo enseñó la danza a los humanos y les indicó los beneficios que pueden obtener el bailarla. Canciones y bailes dedicados a este animal suelen acompañar a la Danza del Sol. Los lakotas ponían un pene de búfalo seco en dirección al Sol, cuya función consistía en otorgar mayor virilidad a los danzantes, y pensaban que los huesos de los búfalos muertos por ellos volvían a rellenarse de carne nueva. El alma reside en los huesos de los animales y las personas, cuando se reduce un cuerpo a esqueleto, se tiene la posibilidad de volver a renacer si se recubre de carne nuevamente.