El Balero

El balero pertenece a los juguetes llamados de malabares; es decir, de aquellos en los que intervienen las habilidades psicomotoras del que le está jugando, como sucede con el yo-yo, el papalote, o el trompo. En el balero el jugador debe ensartar en el orificio de una bola o un cilindro, casi siempre de madera, un palo delgado al que se encuentra asido por una cuerda delgada y larga de aproximadamente treinta centímetros. En México recibe el nombre de balero, pero no es el caso en otros países de América Latina, donde se le conoce de diferentes maneras. Por ejemplo, en El Salvador, capirucho; en Colombia, coca; en Chile emboque; en Honduras, enchute; en Cuba, hoyuelo; en Costa Rica, boliche; en Brasil, bilboque; en Bolivia, choca; y en Venezuela, perinola, para dar solamente algunos ejemplos.

Este juguete tradicional de México, según dice el rumor popular tiene origen prehispánico maya, aun cuando no existe certeza de ello, ya que su origen es bastante oscuro, aunque lo mismo se afirma de algunas etnias precolombinas de Chile, Perú, Colombia, y Guatemala, entre otras. Varias fuentes nos hablan de que ya existía entre los cartagineses, los romanos y los cretenses en territorio europeo. Algunos grabados franceses del siglo XVII, muestran jugadores de bilboquet (de bille, bola de billar y bocquet, punta de dardo), término con que se conoce al juguete, cuyo origen remonta al siglo XVI, por lo cual es muy posible que el juguete se empleara ya desde 1534, y como dicen algunos investigadores, era el juguete preferido del rey Enrique III, a quien imitó todo el París de la época. Miguel de Cervantes y Saavedra va más lejos y refiere que los bilbos (espadas con punta y bola que se elaboraban en Bilbao), existían desde el siglo XI, de los cuales derivó el boliche, es decir, el balero.

Pero además de aparecer en Europa, el balero también formó parte de los juegos de los indios inuit, más conocidos como esquimales, de los algonquinos y de los Ojibwa, todos ellos pueblos indígenas asentados en América del Norte.

Pero a pesar de que no sabemos exactamente donde se originó el balero es un hecho que aparece en todo el Continente Americano, desde el norte hasta el sur lo vemos como un juego de los grupos indígenas desde tiempos muy antiguos, adaptado a cada cultura, aun cuando entre muchos grupos actuales ha desaparecido su uso, como es el caso de los indígenas de los actuales Estados Unidos.

Una teoría propone que el balero pasó de Asia a América hace miles de años cuando empezaron las migraciones de hordas que cruzaban por el Estrecho de Bering, pues en Alaska se ha encontrado un mango y una bola hechas con hueso de mamut que es indiscutiblemente un artefacto arqueológico del llamado balero. También puede haber llegado en oleadas posteriores ocurridas hace 10,000 y 5,000 años antes de nuestra era. Lo que reforzaría la hipótesis de que fueron los inuit los primeros pobladores de América que jugaban ya con baleros –en su migración fechada en 2,000 a.C.- procedentes de pueblos asiáticos siberianos. Los inuit se encargaron de introducir el balero en el siglo X en países europeos tales como Francia, Italia y Finlandia, pues dicha etnia se encuentra también en el norte de Rusia, en China, y en Groenlandia, como un préstamo cultural que les fuera tomado. Entre los esquimales de Repulse Bay (Naujaat), en el Canada, el balero recibe el nombre de iyaga.

Así pues, es muy posible que los españoles cuando llegaron a América, se hayan sorprendido al encontrarse con que los indios ya conocían su bilboquet, sin darse cuenta de su procedencia asiática, o mejor, siberiana.

Sea cual fuera su origen, el balero se juega en México en toda la República, y es uno de nuestros juegos tradicionales que ha dado lugar a una artesanía en madera particularmente bonita, y a baleros que van desde muy pequeñitos a enormes, con los cuales todo mexicano se ha entretenido para hacer la mayor cantidad de “capiruchos” y ganarle al adversario.

Deja un comentario