Deformaciones labiales. Segunda Parte

Otros grupos que utilizaron el bezote. Los inuit, pueblos esquimales que habitan las regiones árticas, tenían la costumbre  de hacerse dos perforaciones abajo del labio inferior, con el fin de introducir dos bezotes a cada lado. Los fabricaban empleando huesos, conchas de abulón  y, algunas veces, jade. Las mujeres usaban bezotes que tenían la forma de botones o de hoces. Las aberturas se iniciaban en la pubertad y se iban ampliando hasta que cabía un botón. En el norte de Alaska solamente los jefes y los curanderos podían usar cierto tipo de bezotes. Los chamanes llevaban labretes que representaban comillos de morsa; en cambio, los jefes de la caza de ballenas llevaban un bezote que tenía la forma de una cola de ballena y colgaban largamente. Algunos bezotes eran de gran valor.

Según Alvar Núñez Cabeza de Vaca, conquistador español del siglo XVI, los indios de la costa de Texas, llevaban el labio hendido y en el se colocaban un trozo de caña de medio dedo de espesor. En la costa noroeste de los Estados Unidos los bezotes fueron utilizados por los tsimshian, los haida, los tinglit y algunos grupos más. Por ejemplo las mujeres haida de alto rango usaban grandes bezotes de diseños especiales, incluso se establecían competencias entre las esposa de los jefes indios para ver quién de ellas usaba el bezote más largo y grande bajo el labio inferior. Muchas veces los labios se partían a fuerza de querer tener el bezote más grande; entonces las mujeres debían coserse el labio. Las mujeres de la tribu tinglit debían ayunar antes de llevar a cabo la perforación de sus labios, pues de otra manera la perforación sería tan grande que se extendería a toda la boca. En los grupos mencionados la edad en que se realizaba la perforación variaba según el estatus de la familia. Por ejemplo, los tsimshian pensaban que si una mujer llegaba a la edad en que era capaz de caminar y no tenía el labio perforado se la podía considerar una esclava. La perforación se realizaba a la manera del potlach, ceremonia tradicional, y se erigía un poste sagrado. Pues para demostrar la solvencia de la familia, durante la ceremonia se liberaba a una esclava. Asimismo, el uso del bezote estaba ligado a la mitología: se pensaba que la hija del príncipe Tsauda había nacido con cuatro perforaciones en cada oreja, una en el septum de la nariz y otra en el labio, como signo de su alto rango. Su esposo fue el primer artesano del cobre de la tribu y el más rico de los jefes.

Los labios con discos. Existe una modificación corporal que consiste en perforar los labios de las personas para colocarles un disco o plato de adorno, que va incrementando su tamaño a medida que el orificio de los labios aumenta.  Dicho orificio se practica tanto en el labio superior como en el inferior, o en ambos. Los discos que se emplean generalmente están hechos de barro o madera. Con la palabra labret, se designa a todos los adornos que se colocan en los labios y no solamente los discos mencionados. Tal vocablo deriva del latín labrum, labio.

La costumbre de adornar los labios ha sido una práctica común en varias culturas: En Kamchatka los arqueólogos fechan su aparición en 8,700 a.C.; para Irán la  fecha es de 6,4000 a.C.; para el Sudán, 3,700; para Mesoamérica de 1,500; y, finalmente, para la costa ecuatorial la fecha es 500 años a.C. Actualmente, tal costumbre sigue vigente en algunos grupos de África y entre las tribus amazónicas.

 Los mursis. Las mujeres de la tribu mursi (o murzu) de las estepas de Jinka y las montañas del Omo Park, en la zona central de Etiopía, África, forman parte de una tribu de 8,000 individuos: Dichas féminas acostumbran agrandarse los labios inferiores para colocarse discos de barro. La primera perforación se inicia a la edad de 15 ó 16 años. Los discos  reciben el nombre de dhebi a tugoin. Las madres mursis son las encargadas de cortar los labios de las muchachas, aunque también puede realizar tal tarea cualquier mujer de la comunidad. El primer corte se mantiene con un disco hasta que la herida haya cicatrizado, y poco a poco se va agrandando el tamaño del disco hasta que alcanza la medida deseada por la jovencita. En este primer corte se le pone a la niña una hoja de una planta analgésica sobre la herida, con el propósito de calmar un poco el dolor producido. Este proceso requiere de varios meses. En algunos casos, el plato alcanza los 12 centímetros o más, aunque no es frecuente llegar a tal tamaño. Como mencionábamos, cuando una niña mursi llega a la pubertad, se le coloca un pequeño plato en su labio y se convierte en una ba nsanai, es decir, pasa de la niñez a la edad en la que ya se la considera una mujer. Cada año, el plato se cambia por uno mayor, bien sea de barro, dhebinya, o de madera kiyo. Con esta iniciación se la considera como una mujer madura sexualmente, fértil y capaz para formar un hogar. Las mujeres pueden elegir el tamaño del estiramiento de sus labios, pues algunas tienen miedo a que se les puedan romper; entonces eligen un disco pequeño.

Los discos suelen variar en estilo y diseño. Hay cuatro colores básicos: el café rojizo, dhebi un; el rojo, dhebi un golonya; el negro, dhebi un korra; y del color natural de la arcilla, dhebi una holla. Para obtener el color rojo se colocan los discos sobre carbones calientes y se cubren con la cortaza del árbol llamado gongui. El color negro de los discos se obtiene agregando al barro una hierba llamada linnui, que también sirve para curar las heridas de las orejas perforadas, las escarificaciones y el corte de labios.

Los platos de madera son tradicionalmente elaborados por los hombres y se consideran como los más bonitos. Aunque ya poco se usan, porque se les considera pasados de moda. Los discos fabricados con arcilla se pulen con brazaletes de metal, hierbas, semillas de calabaza molidas o leche. Los diseños varían y son muchos.

Una hipótesis del origen de esta costumbre nos dice que el tamaño del disco va en relación al monto de la dote de una joven; sin embargo, los matrimonios son arreglados desde que la mujer es una niñita y aún no se ha agrandado los labios. También se dice que el propósito de insertarse discos se debe a que los hombres de la tribu intencionalmente afeaban a las mujeres, para preservarlas de ser raptadas por los traficantes de esclavos o por ladrones de otras tribus aledañas. La verdadera intención de este agrandamiento radica en el hecho de que para las mujeres mursis es un símbolo de orgullo y de identidad de grupo.

Una niña que no se alarga los labios es considerada karkarre, desidiosa. Lo cual puede ser perjudicial para la familia que espera que la hija se case y su marido pague su costo con un buen ganado.

 Los saras-djinges. Los sara, un grupo étnico que habita en Chad, África Central, conocido como los descendientes de Sao, una antigua civilización africana que floreció en el siglo VI hasta el siglo XV, orgullosos descendientes de los hicsos, acostumbran agrandarse los labios para colocar discos en ellos. Esta costumbre solamente la practican las mujeres de la tribu, quienes gustan de agrandar ambos labios. Estos adornos se llaman sundu; aquellos que se colocan en el labio inferior miden 13.5 centímetros de diámetro; pero son más pequeños los que adornan el labio superior. Al pender los labios por el peso que deben soportar, la mujer baja ligeramente la cabeza sobre la barbilla y el cuello, con el objeto de aliviar un poco la dolorosa presión ejercida en las mandíbulas. Para reposar, descansan sus labios sobre las rodillas. Cuando las mujeres comen se ven obligadas a levantar el sundu superior. Al masticar los alimentos, las féminas producen un ruido de golpeteo como si estuvieran tocando un par de castañuelas. Para beber,  levantan el sundu inferior y vierten en él el líquido que se introduce en la boca. A causa del continuo peso de los platos que soportan los tejidos de la piel, la parte inferior de la cara adquiere una forma como de pirámide, con el lógico aplastamiento de las mejillas y las arcadas maxilares. En cuanto a la voz, ésta deviene anormal, con una resonancia como de muñeco de ventrílocuo, no se pueden pronunciar las consonantes labiales ni las explosivas, y las vocales se vuelven pastosas y nasales. El peso propio de los platos hace que el labio se vaya horadando cada vez más y requiera de platos de mayor tamaño.

Una teoría nos dice que la práctica se inicio para proteger a las mujeres de los asaltos y robos de otras tribus, quienes chocados por la fealdad de las mujeres saras preferían no llevárselas. Sin embargo, la verdadera razón es matrimonial. Cuando dos niños se comprometen en matrimonio, la madre de la niña lleva a cabo la perforación de los labios por medio de dos pajillas llamadas murkutu. Con ello queda sellada la posesión el hombre sobre la mujer, aun niña. Los murkutu van aumentando de tamaño, hasta que se logra insertar el primer plato, el buta, que aún es pequeño, y que irá aumentando de tamaño a medida que el labio se vaya distendiendo. Debido a que este ritual se inicia cuando los niños se comprometen en matrimonio, algunos antropólogos consideran que se trata de un rito de compromiso matrimonial y no de una práctica de belleza o una especie de defensa contra la esclavitud. Las mujeres nunca deben quitarse los discos en público. Sin embargo, si deviene viuda se debe retirar los platos de los labios, como seña de su penoso estado civil.

Las vestales de la tribu de los nagarnooks. Las mujeres de la tribu nagarnook de Australia llevan en los labios discos al igual que sus congéneres las africanas. Estas mujeres, escogidas entre las de su tribu con mucho cuidado, deben guardar castidad por toda su vida, y tienen como tarea fundamental el cuidar del Fuego Sagrado, proveniente de un gran tronco de eucalipto.

Los kayapó. Los hombres kayapós, habitantes del Mato Grosso y Pará en el Brasil amazónico, se perforan el labio inferior a fin de colocar un disco de madera, no muy pesada, que ellos mismos tallan. La perforación se amplía conforme lo requiera el uso, hasta llegar a los seis centímetros. Es costumbre teñir el disco de color rojo, para lo cual se emplea un aceite proveniente de una planta llamada urucú, axiote. El uso de tales discos tiene la función de atemorizar a los posibles enemigos, ya que en otros tiempos esta tribu fue fundamentalmente guerrera. Asimismo, con los labios deformados los hombres demuestran que son muy viriles y que poseen gran fuerza física. Ni que decir tiene que el uso de los discos es muy incómodo. Por ejemplo, para beber es necesario que los hombres saquen la lengua sobre el disco y la hagan rollito, para que el líquido se vaya por la especie de canal que se forma. Los incisivos se les van hundiendo con el paso del tiempo, debido al peso propio de los discos. Por supuesto que el habla se dificulta y la pronunciación no es la normal. Actualmente, los jóvenes kayapós están abandonando este rito en aras de la modernización y de la comodidad física.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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