De cómo es el pueblo mágico de Ocumicho

El pueblo p’urhépecha de San Pedro Ocumicho se encuentra a 150 kilómetros de Morelia, hacia el noroeste de la ciudad, en la conocida Meseta Tarasca, a sólo 24 kilómetros de Charapan, con el que limita hacia el sur. Hacia el norte topa con Tangancícuaro, al oeste con Patamba y al este con Huecazo. Lo rodean tres cerros: el de San Ignacio, el de El Huacal y el de La Silla. Su clima es templado con lluvias de junio a septiembre que se van retirando en octubre. Cuenta con alrededor de cuatro mil habitantes de la etnia purépecha, que viven a 2 110 metros sobre el nivel del mar. La mayor parte de las personas trabajan en la agricultura la que practican con técnicas tradicionales para sembrar, barbechar y abonar. Las tierras son de temporal y en ellas se siembra maíz, frijol, trigo, garbanzo y janamargo. Una parte de la cosecha el campesino la vende, para poder obtener un poco de dinero y cubrir, medianamente, las necesidades familiares. La otra parte, se utiliza para el autoconsumo. Aparte de la agricultura, algunos habitantes de Ocumicho viven del comercio y las artesanías: cerámica, máscaras de madera y bordado de blusas, básicamente.

Los habitantes de Ocumicho enfrentan un grave problema agrario desde hace ya más de cinco siglos, pues históricamente han sido, poco a poco, despojados de sus tierras comunales a las que siempre han tenido derecho. Dicho despojo se inició ya en la época de la conquista y ha subsistido hasta nuestros días; este conflicto ha sido la causa de muchas muertes y de años de lucha organizada contra los poderes hegemónicos involucrados. Actualmente, los campesinos sostienen una lucha de cerca de ochenta y cinco años, por la reposición de los terrenos que fueran otorgados, por mandato presidencial, a los mestizos del Tanguancícuaro, y que comprenden 477 hectáreas, entregadas arbitrariamente a un grupo de cuarenta ejidatarios del mencionado pueblo vecino, de los cuales sólo quedan once, pues los demás han vendido sus terrenos y sus derechos; o bien, han alquilado las tierras. Este problema sigue en pie, sin que ningún gobierno haya sido capaz de resolver el conflicto agrario, cuya única forma de ponerle fin es respetando los derechos campesinos y la autonomía de los pueblos indígenas.

En cuanto a la organización social y política, en Ocumicho existen dos autoridades que son los representantes –un propietario y un suplente- de los bienes comunales: uno del Barrio de Arriba y otro del Barrio de Abajo. También cuentan con un juez, un secretario de vocales, más cierto número de policías que se dividen para cuidar los dos barrios de Ocumicho. Los cargos religiosos son muy importantes para la comunidad, pues sus representantes son los encargados del patrocinio y la organización de las variadas fiestas tradicionales, que celebran a los santos católicos. De las fiestas tradicionales de este pueblo, la más importante es la patronal dedicada a San Pedro, que se celebra el 29 de junio, con procesiones y danza de Moros. Además, se celebran otras fiestas como son el Día de los Fieles Difuntos, la Semana Santa, el Día de la Candelaria, el día de la Natividad y otras muchas más.

Según nos cuenta la tradición oral, San Pedro Ocumicho se fundó en el lugar donde crecía un árbol denominado condemba, Sambues Mexicana. Junto a dicho árbol se erigió una iglesia, y a su alrededor los cuatro barrios con que contaba inicialmente el pueblo: San Miguel, al suroeste; San Esteban, al noroeste; San Pablo, al sureste; y San Pedro al noreste. Actualmente se habla tan sólo de dos barrios: San Pablo (el barrio de arriba) y San Pedro (el barrio de abajo). En la famosa Relación de Michoacán, escrita por fray Jerónimo de Alcalá, franciscano del siglo XVI, se hace ya referencia de este pueblo, y constituye una de las primeras referencias de tal siglo.

La etimología de la palabra ocumicho no es muy clara. Para algunos estudiosos significa “lugar de curtidores”, debido a que hasta 1910, era la actividad preponderante de este pequeño pueblo, actividad que ya no se ejerce en la actualidad, y que fuera suplida por la cerámica hacia 1920, practicada, sobre todo, por la mujeres de la comunidad. En cambio, en la Colonia se decía que el nombre significaba “tierra de muchas tuzas”.

 

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