“¡Cuando la luna se pone regrandota…!”

En el año de 1920 nació uno de los más queridos cronistas socio musicales de la Ciudad de México, a quien sus padres pusieron por nombre Salvador Flores Rivera, más conocido como por el pueblo como ¡Chava Flores!

Vino al mundo en una casa situada en la calle de La Soledad, en el barrio de la Merced, mismo que se encuentra al oriente del Centro Histórico de la Ciudad de México, en los terrenos que antiguamente ocuparan dos calpullis de la soberbia Tenochtitlan. Es, por tanto, un barrio pleno de historia y de joyas arquitectónicas de la colonia.

Chava vivió en su niñez y adolescencia en varias colonias como Tacuba, la Roma y la Santa María, entre otras muchas más. Él mismo comentó en una ocasión respecto a tantos lugares en donde vivió: Y si no viví en el Castillo de Chapultepec, fue porque en ese tiempo, discriminatoriamente, sólo lo ´alquilaban´ al que fuera Presidente de la República; pero si ahí hubieran existido disponibles dos cuartos con baño y cocina, les juro que mi papá hubiera hecho lo imposible porque los habitáramos..

Al morir su padre en el año de 1933, Chava tuvo que dejar la primaria en la que estudiaba, para ponerse a trabajar, a los trece años de edad, y ayudar a su madre en los gastos de la casa.

Chava tuvo muchos trabajos que le dieron una amplia formación popular pues hizo de todo, fue costurero, almacenero, cobrador, vendedor, ferretero, y quién sabe cuántas cosas más. Sus múltiples trabajos le llevaron a conocer muchos barrios citadinos y muchas y variadas formas de vida, acervo cultural que le serviría extraordinariamente para escribir sus famosas canciones populares. Pasado el tiempo, en 1945, fue propietario de la camisería que se llamaba Camisería Flores y Méndez, la cual fracasó lamentablemente, al igual que le sucedió con una salchichonería que puso sin ningún éxito.

Después de trabajar en una ferretería, pasó a formar parte del personal de una imprenta. Cuando laboraba en ella, un día se le ocurrió la idea de editar una revista quincenal que se llamó el Álbum de Oro de la Canción que tuvo poca duración debido a factores económicos, pues el precio del papel no podía costearse. Pero Chava, a quien gustaban mucho las canciones –dicen que se sabía la letra de más de mil- decidió seguir con el proyecto por su cuenta. La revista costaba sesenta y cinco centavos, y contenía la letra de las canciones más gustadas y populares. Después de cuatro años de existencia la revista no se publicó más, a pesar de lo gustada que era, pues se trataba de un cancionero que todos quería, y que sólo rivalizaba con el famoso Cancionero Picot.

En el tiempo en que publicaba la revista, conoció a muchos compositores y cantantes que despertaron en él deseos artísticos, y en 1952, animado por su amor a la música, grabó  sus dos primeras canciones: Dos horas de balazos y La tertulia. Una vez con el gusanito dentro, actuó en carpas y cabarets de la Ciudad de México y logró hacerse famoso. Fundó su compañía disquera, Ageleste, y participó en varias películas, siete para ser exactos, de las cuales la primera fue Mi influyente mujer (1957) y la última ¿A qué le tiras cuando sueñas mexicano?

De sus más de doscientas canciones Chava Flores decía que: A través de la música se pueden decir muchas cosas; la música será siempre la memoria histórica, pero nunca se va a poder hacer una revolución o una guerra con una canción, así que la llamada canción de protesta no es más que un relato que describe la inconformidad de algunas persona, y es ilógico pensar que con canciones se va a cambiar el sistema. Eso se hace con trabajo y dedicación.

Sus estupendas canciones le llevaron a ganar varios premios como por ejemplo la medalla “Agustín Lara” que le otorgó la Sociedad de Autores y Compositores de México por sus merecidos méritos artísticos.

Los temas de sus canciones nos muestran las costumbres de la vida cotidiana de la sociedad mexicana de la época, por medio de un lenguaje popular que no carece de albures –sino que se solaza en ellos- , como por ejemplo los que aparecen en la canción La tienda de mi barrio, en cuya letra se dejan ver: Aros, argollas, medallas podías adquirir;/ un anillo, un taladro, petacas, tu cincho de cuero;/ te enterraba en el panteón, te introducía en el cajón,/ antes con un zapapico te abría tu agujero;/ me dabas apara alquilar alguien que fuera a llorar, mientras lloraba alumbraba con velas tu entierro.

Las canciones de Chava nos muestran arquetipostipos urbanos con sus problemas y originalidades, cuya intención no conlleva para nada la protesta política; son canciones humorísticas y chuscas, parodias de personajes cotidianos, son descripciones de la vida cotidiana del pueblo. Sus canciones constituyen la parte musical que en la gráfica expresara Gabriel Vargas con su historieta La Familia Burrón.

Don Salvador Flores regresó de la Ciudad de Morelia, donde se había ido a vivir, para morir en su amada ciudad un 5 de agosto del año de 1987. Su tremenda capacidad analítica, alburera y costumbrista, será absolutamente irrepetible.

 

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