Hoy se fue García Márquez a Macondo. Volvió a saludar a Úrsula, volvió a comprobar que el tiempo se mueve en círculos, volvió a las calles donde dormía en las bancas y andaba en chancletas de hule. Él no nació en México, pero decidió vivir en este país desde los sesenta y nos dejó la leyenda de una calle y una mesa en San Ángel en donde escribió el texto que le iba a hacer ganar el Premio Nobel en 1982, así que puedo hablar de él porque es parte de nuestra mexicanidad.