Algunas hierbas de los mexicas

Los antiguos mexicanos empleaban una enorme cantidad de plantas en su vida cotidiana y en los diferentes ritos y ceremonias en que acontecían su vida. Las usaban para curar enfermedades, como adorno, como ayuda adivinatoria, como ofrendas a los dioses, a más de otros usos y funciones. En este artículo mencionaremos algunas de tales plantas, como una muestra del conocimiento herbolario de los nahuas.

La hierba llamada cóatl xoxouhqui, “serpiente verde”, proporcionaba una semilla, la ololiuhqui, “cosa redonda”, que tenía la capacidad de enloquecer a quien la comía. Con ella se preparaban bebidas que producían terribles visiones; aunque también tenía propiedades curativas; como por ejemplo, moliéndola se formaba una cataplasma que aplicada sobre la parte adolorida curaba la gota. Por otra parte, sus efectos alucinógenos, provocaba en los sacerdotes mexicas hacer sus adivinaciones, y a los tícitl, médicos, les ayudaba a diagnósticar y recetar.

La hierba quimichpatli, la emplearon nuestros antepasados para exterminar a los ratones, pues mezclada con comida terminaba con la vida de tales roedores. En los humanos servía para aliviar las heridas infectadas colocando las hojas sobre ellas; empleada en cataplasma era excelente para aliviar los dolores de cuello, además servía como planta alucinógena. Había que tratarla con cuidado porque quemaba y producía ampollas y llagas que solían ser mortales.

La tenxoxoli producía una raíz que provocaba el vómito y el sangrado. A más, contaba con efectos psicotrópicos.

La hierba llamada aquiztli, “adorno de brillo”, azul, de largas ramas delgadas, si alguien se orinaba sobre de ella o escupía, se hacía acreedor a la hinchazón de la cara y el cuerpo; y si se la llegaba a tocar producía grandes ampollas; sin embargo también era eficaz para atacar la viruela si se bebía su jugo. De condición fría y seca, sin sabor y sin olor, curaba la sarna, y provocaba la caída del cabello de quienes dormían bajo la mata.

La atlepatli, “la hierba que alumbra”, de hojas como el olmo, se criaba en las orillas de los lagos y ríos, era terriblemente mortal por la terribles amollas que causaba si se llegaba a beber su jugo o a comer sus hojas. Pero servía para curar los males del empeine. Su sabor ácido, su condición seca y astringente.

La tochtetepo, de hojitas pequeñas y raíces blancas, mataba a la gente que la comía o bebía porque destruía los intestinos; además, paralizaba a las personas de todo su cuerpo. Era muy empleada por los malos hechiceros.

La hierba denominada míxitl verde y con semilla, de hojas redondas, se empleaba para curar la gota, provocaba vómito y endurecimiento de la garganta y la lengua, las personas morían de sed y hambre al no poder tragar nada. Si se la bebía o comía se iban todas las fuerzas del cuerpo. Si el que la ingería llegaba a tener los ojos abiertos, ya nunca más los podría cerrar; si estaba parado ya no se podría doblar y perdería la facultad de hablar, y se le adormecían los testículos.

La tlápatl, de fruto con cáscara verde, como el limón, y anchas hojas, contaba con semillas negras que diluidas en agua, tenían el poder de enloquecer a las personas para siempre. Asimismo dañaba el corazón que nunca más se curaba hasta llegar la muerte. No sólo las semillas eran dañinas, sino también el olor que se desprendía de ellas. Lo mismo sucedía con la llamada tzitzintlápatl, una variante botánica.

La tochacaxíhuitl, “yerba del carrizo del conejo”, de tallos delgados y hojas lanceoladas como las del peral, olorosa, picante, caliente y seca la empleaban los médicos mexicas para sahumar y curar los dolores de cabeza que tenían como origen el frío.

La chipaoaciztic era una hierba fría y de raíz blanca y redonda como un membrillo a la que llaman enemiga de los venenos. Su raíz era de condición templada, o fría y húmeda, su sabor dulce. El jugo de la misma mitigaba los ardores de la fiebre y servía contra las picaduras venenosas, sobre todo las causadas por alacranes, si su raíz se machacaba y se ponía como emplasto. Asimismo, era empleada para curar las enfermedades de los riñones y la acidez de orina, y provocaba el apetito en las personas inapetentes.

 

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