Lo que hay dentro es como mantequilla, tiene un sabor delicioso y deja un gusto tan blando y tan bueno que es maravilloso. Martín Fernández de Enciso, Suma de Geografía, 1517.
Con el nombre se ahuácatl, “testículo” en lengua náhuatl, se conoce a uno de los frutos de un árbol mexicano y suramericano que pertenece a la especie Persea Americana. Se trata de un árbol de hoja perenne, que mantiene siempre su follaje verde, de gran altura, puede llegar a medir hasta veinte metros, cuyo fruto es una drupa de color verde oscuro, casi negro que conocemos con el nombre hispanizado de aguacate. Existen tres especies o “razas” de aguacates: la mexicana, la guatemalteca y la antillana. El tipo mexicano se cultiva en las zonas altas del centro del país y varias zonas más. Estas tres razas se han ido mezclando por medio de la polinización cruzada, dando lugar a muchas variedades de aguacates, tales como: la Azul, cultivada en Uruapan, la Pahua, la Carmero de Colombia, la Méndez de México, la Criollo de México y Centroamérica, la Negra de la Cruz de Chile, la Torres de Argentina, entre algunas otras muchas más variedades.
Aparte del nahuatlismo aguacate, a este delicioso fruto se le conoce en español como aguacata y avocado; abacata, en portugués; fruta de mantequilla, en alemán; y palta, en algunos países de Suramérica. La palabra palta proviene del quechua, y designa a un grupo étnico conocido como los paltas, originarios de la Amazonia (grupo jíbaro) que migraron a la Cordillera Occidental de los Andes y se asentaron en la actual Loja en el Ecuador. Entre los grupos indígenas de nuestro país se le conoce como onte en mam, oj en cakchiquel, hu en huasteco, un en chontal, um en chol, on en tzeltal, Cuytem en zoque, yasu, yashu, ishu o isu en zapoteco, cucata en totonaco, cupanda en purépecha, y ntzani en otomí.
A este verdoso fruto se le conoce y consume desde hace muchos años, como lo prueben las evidencias encontradas en una cueva localizada en Coaxcatlán, Puebla, que datan de ocho mil años. Asimismo, en el Códice Florentino se mencionan el aoácatl, el tlacacoloácatl y el quilaoácatl como tres tipos diferentes de aguacates que bien podrían corresponder a las “razas” originales ya mencionadas: la mexicana, la guatemalteca y la antillana. Por su parte, en el Códice Mendocino un glifo del árbol de aguacate sirve para designar al pueblo de Ahuacatlán, “el lugar donde abunda el aguacate”, elaborado por los años de 1540, por tlacuilos mexicas, donde debió cultivarse tal fruto. El glifo presenta un árbol con dentadura en el tallo, el ahuacacáhuitl, más el signo de calli, cuyo significado remite a casa, lugar o poblado. Añade fray Bernardino de Sahagún que: Hay árboles que se llaman ahuácatl tiene las hojas verdes obscuras, el fruto de ellos se llama ahuácatl y son negros por fuera, verdes y blancos por dentro, son de la hechura del corazón, tienen un hueso dentro de la misma hechura hay otros aguacates, que se llaman tlacozalauácatl son grandes como los de arriba, las mujeres que crían no los osan comer porque causan cámaras a los niños que maman. Hay otros aguacates que se llaman quilauáctl, la fruta de éstos se llaman de la misma manera, son verdes por fuera y también muy buenos de comer y preciosos” … “el hortelano tienen de oficio sembrar semillas, plantas y árboles , hacer eras y cavar y mullir bien la tierra. El buen hortelano suele ser discreto y cuidadoso, prudente, de buen juicio y tener en cuenta por el libro con el tiempo, con el mes y con el año.
Cuenta la conseja popular que los mexicas pensaban que el aguacate poseía poderes afrodisíacos. Francisco Cervantes de Salazar (1539-1575) en su Crónica de la Nueva España da cuenta de la existencia del aguacate y de su exquisito sabor. A su vez, Francisco Hernández, médico de la corte de Felipe II, y estudioso de las plantas americanas, reseña respecto al ahoacaquahuitl: Es árbol grande con hojas como de limonero, más verdes, más anchas y más ásperas, de flor pequeña, blanca con amarillo, de fruto en forma de huevo, pero en algunos lugares mucho más grande, o mas bien de figura y tamaño de cabrahigos, negro por fuera, verdoso por dentro, de naturaleza grasosa como manteca y sabor de nueces verdes. Las hojas son olorosas y de temperamento caliente y seco en segundo grado, por lo que se emplean convenientemente en lavado. También los frutos con calientes agradables al gusto y de calidad nutritiva no del todo mala, sino grasosa, húmeda y que excita el apetito venéreo y aumenta el semen, contienen huesos blancos con algo de rojizo y sólidos, pesados, lustrosos y divididos en dos partes como las almendras, aunque oblongos y un poco más grandes que huevos de paloma. Tienen estos huesos sabor de almendra amarga y producen, prensados, un aceite semejante al de almendras no solo en el olor, sino también el sabor y en las propiedades. Cura este aceite el salpullido, las cicatrices. Favorece a los disentéricos con alguna astringencia y evita que los cabellos se partan. El árbol tienen hojas todo el año y crece en todas las regiones espontáneamente o cultivado, aunque nace mejor y alcanza mayor desarrollo en lugares cálidos y llanos
Los españoles conquistadores al conocer el fruto le llamaron Pera de las Indias, por analogía; a ellos se debe que el ahuácatl haya llegado hasta las Antillas; y ya para el siglo XVIII fue introducido en las Islas Canarias en el Jardín Botánico de Orotava. De las Canarias pasó a España, y empezó a cultivarse desde Granada hasta Barcelona, aprovechando el clima favorable de la zona mediterránea. Otra fecha nos indica que ya para 1600, el aguacate era conocido en España y consumido por las clases sociales económicamente más fuertes. Francisco Javier Clavijero en el siglo XVIII, menciona en su Historia Antigua de México: Las frutas indudablemente indígenas de aquel país son: las ananas, que por parecerse en la forma exterior a la piña, fue llamada así por los españoles, el mamey, la chirimoya, la anona, la cabeza de negro, el zapote negro …el aguacate, la guanábana, la nuez encarcelada, y otras cuya enumeración no puede ser muy interesante a los lectores extranjeros.
Veamos ahora unos cuantos refranes que tienen como protagonista al aguacate:
- Aguacate maduro, pedo seguro. 2. El que come aguacate sin sal, come mierda sin pensar. 3. Aguacate cuates los aguacates y no se hablan. 4. Un aguacate al día, del médico te ahorraría. 5. Muy redondo pa’huevo, muy largo pa’aguacate. 6. ¡Cómo me gustaría ser aguacate para embarrarme en esas tortas! 7 Duele saber que no te aman, pero más duela saber que después de comer había aguacate. 8. Tú pones la torta y yo te embarro el aguacate. 9. Tú eres como el aguacate, que se deja caer.